Rosalía de Castro
O poema, publicado orixinalmente no xornal madrileño La Soberanía Nacional o 4 de xuño de 1866, está dedicado ao político progresista e membro numerario da Real Academia Española, Salustiano de Olózaga (Áraba, 1805-París, 1873), con motivo dunha visita súa á cidade de Santiago de Compostela que sería finalmente cancelada.
Al Sr Salustiano de Olózaga
Señor, no me conoceis,
Mas porque yo os os conocí,
Aunque quien soy no sabeis
Sabed que sola para mi
Recuerdo de sagradas armonías
Dulce esperanza de mejores días.
Jamás la grata memoria
De vuestra voz llena y fuerte,
Que llama en torno la gloria
Que los peligros advierte
Y derriba potente al enemigo,
Dejará nunca de existir conmigo.
Al escucharos, mi pecho
Se conmovió en lo profundo,
Pues vi, rodando deshecho
De iniquidades un mundo
Al soplo audaz de vuestro genio ardiente
Fecundo sol, inagotable fuente.
Sentí lo que siente el alma
Cuando cansada y rendida
Recobra la dulce calma
Que un tiempo lloró perdida
Y os contemplé en la senda del progreso
Astro que brilla en su pureza ileso.
Y bien, señor, la fortuna
Hoy quiere que ese astro bello
Brille donde no hay ninguna
Luz igual a su destello.
Hoy a Galicia… al pueblo que me ha dado
Llega aquel que en silencio he proclamado.
¿Callarme?... no , aunque quisisera,
Que es grande el contento mío,
Y acaso más fácil fuera
Torcer el cauce de un río.
¿Por qué callar ¿Es crimen, por ventura
Cantar el bien… amar quien lo procura?
La ciudad santa que un día
Vió reyes peregrinando,
Te abre sus brazos, sombría,
Pero amorosa, y clamando
Llena de ardor, y de entusiasmo loca
La alientes con palabras de tu boca.
Ellas son fuerte semilla,
Que brota doquiera cae.
Vigorosa aunque sencilla
Siempre harta cosecha trae
Y es Galicia, en verdad, tierra fecunda,
Donde lo santo y generoso abunda.
No la olvideis, pues, señor,
Que ella no sabe olvidar;
Solo aprendió en su dolor,
A padecer y a esperar.
Ayudadle a que cumpla esa esperanza,
Y ella os dará su amor y su alabanza.
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Entre el rumor de victoria
Que a tu paso rueda y crece;
Entre el incienso y la gloria
Que el justo mundo te ofrece,
Sé que es mi canto brisa fugitiva,
Que pasa y no se siente, o que se olvida.
O como fuente ignorada
Que silenciosa murmura…
Mas no por ser tan callada
Deja de ser fresca y pura…
Así la musa que inspiró este canto…
Humilde, si, mas llena de amor santo.