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24o Doletta de la Real 5kcademia Gallega
Ferreiro, en su precioso libro sobre El Priscilianismo?, el canto y la
danza populares en Galicia adquirieron un car?cter religioso, pervertido
luego por contaminaci?n de los cultos f?licos de los gn?sticos orienta
les, tan en boga en los dos,primeros siglos de la Iglesia.
Ni es extra?o esto, porque aquellas artes ten?an profundas ra?ces en el
pa?s gallego. San Mart?n de Braga, que observ? de cerca las costumbres,
mitad paganas, mitad priscilianistas, de los Campesinos de Galicia del
siglo vi, y las estudi? sabiamente en su curioso libro De correctione rusti
corum, escrito entre 572 y 58o, reprende los cantos m?gicos y diab?licos
de aqu?llos, dici?ndoles: ?dimissistis Symbolum et tenetis diabo
licas incantaciones et carmina?.
Y son estas canciones, de oriundez gent?lica o heterodoxa, con sus
melod?as meretricias, como las as? tachadas en el Libro V de las llamadas
Constituciones Apost?licas, obra del siglo o simplemente profanas, pro
pias de la plaza y del teatro, que ha dicho San Agust?n, o, en fin, idi?
ticas o vulgares, esto es, no autorizadas por la Iglesia, sino inspiradas por
el esp?ritu privado, como las prohibidas en el Concilio Laodiceno del
a?o 32o, las que, bajo el concepto de composiciones po?ticas cantables, fue ?
ron excluidas de la Sagrada Liturgia en la Iglesia Gallega, por el Concilio
de Braga, del ario 561, con estas palabras del Canon XII: ?Item placuit
ut extra psalmos vel canonicarum scripturarum (sic) novi et veteris testa
menti, nihil poetice compositum in Ecclesia psallatur; sicut et sancti
praecipiunt canones?, y con estas otras'del Concilio de Lugo del a?o 57r:
?Non oportet psalmos compositos et vulgares in ecclesia dicere?; textos
ambos que, a vueltas de los anatemas contra la poes?a y la m?sica, en el
sentido expuesto, comprueban la pasi?n del pueblo gallego por aquellas
bellas artes suav?simas.
De esto mismo nos ofrece decisivo testimonio aquel ilustre monje
gallego del siglo vil, San Valerio, docto en humanas y divinas letras, ar
tista grande, escritor elegant?simo; quien en su libro, Ordo querimoniae, re
prende acerbamente las costumbres truhanescas del clerizonte Justo, que
en los convites ?vulgali ritu in obscena theatricae luxuriae vertigine ro
tabatur?, y deleitaba a los comensales con perversas poes?as y cantilenas
nefandas (dira carmina, nefaria cantilena). Vid. Esp. Sag. XVI, Ap.
El siglo vil', primero de la invasi?n ?rabe, es cr?tico para el arte,
como lo es para la vida toda de nuestra pen?nsula; pero, entre los siglos
ix y x, debi? ser lozan?sima en Galicia y en todo el norte de Espa?a, la
floraci?n po?tica y musical. Fruto de ese momento es el Epitalamio,
atr?s citado, del C?dice de Meya, (i7), que nos ha trasmitido la ?nica
memoria, a nosotros llegada, de la princesa Leodegundia, gallega por