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pretendieron y pretenden engalanarla con lucientes arreos de doradas
leyendas, retazos de extra?a p?rpura, no por brillante m?s forera para
una critica auster?sima que lo han sido las heces de los establos de
'Anglas para las aguas purificadoras del Alfeo. Extra?a p?rpura el
tema Cot?n ESPA?OL, recientemente zurcido a la preciosa tela de nues
tra Historia, debe ser, desde luego, considerado como rid?cula inven
ci?n y, por lo mismo, silenciado en los c?rculos cultos de nuestro pa?s
y en nuestra culta prensa. Tal es el prop?sito de este INFORME. ?
Ha sido D. Celso Garc?a de la Riega, quien cre?, por decirlo as?,
el tema COL?N ESPA?OL, casi de la nada. Unos viejos manuscritos de
los archivos de Pontevedra, dos ?nicamente, en los que aparec?a
grafiado el apellido Colon, bastaron para que un buen d?a del a?o
de 1892 (5) se le ocurriera la abracadabrante idea de la oriundez y cuna
pontevedresa del marino insigne que descubri? la Am?rica (6).
Antes y despu?s de Garc?a de la Riega han leido el apellido
Colon en antiguos manuscritos o impresos espa?oles, y aun galai
cos
Anales de Arag?n, las Actas Eclesi?sticas y Civiles de Catalu?a, y la
Historia y Toponimia de las Islas Baleares (7), o exploraron el ?nago
table tesoro del Archivo Regional de Galicia (8), y el Arzobispal de
Santiago (9), y los Parroquiales de varias iglesias de esta archidi?cesis
compostelana (10), y los locales, p?blicos y particulares, de Pontevedra
mismo (11). Pero ni ?stos, ni aqu?llos, ni los de ayer, ni los de hoy, o
maestros en la dif?cil ciencia de la Historia, o avizores de las glorias
patrias, han pensado jam?s en que el parentesco fon?tico (12) de
las voces Colon, Collon, Colon, Colom o de Colon, frecuentemente repe
tidas en las m?s puras fuentes hist?ricas espa?olas con formas roman
ces ind?genas, o con forma castellanizada sobre formas catalanas, fran
cesas o italianas (13) del apellido que inmortaliz? el gran navegante
genov?s, pod?a inspirar, ni menos fundamentar, un nuevo concepto
acerca del origen y patria de Col?n.
Estaba reservada concepci?n tan peregrina a Garc?a de la Riega,
y a ?l tambi?n el sacarla de su original imprecisi?n protoplasm?tica,
como nacida de tan humildes y, en parte, contaminados principios, y
nutrirla cuidadosamente y levantarla, en fin,, al estado de opulencia
erudita y documental con que la ofreci? a las gentes en el libro Col?n
Espa?ol (14), cifra y precipitado de una asidua labor, de ingenio y qu?
mica, de veintitantos a?os (15).
Con el hallazgo de los primeros monumentos pontevedreses colonia