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Dolelln de la 'Real "Icademia Gallega 247
tiago Zebedeo, como ap?stol de Jerusal?n, ?nicamente. Esta supercher?a,
que es de la tela de las de Annio de Viterbo, Higuera, Britto, etc., re
p?tese mucho, a buen seguro, en el famoso C?dice Calistino; ?bra, al fin?
por lo menos en su forma prirnera, del esp?ritu galaico, siempre pronto
a rendir homenaje al extranjerismo, sin discreci?n, y, por a?adidura, un
si es no es fabulista, como da a entender el mismo C?dice en el Lib. I,
Cap. XVII, donde se critican las diversas fantas?as circulantes en el si
glo xit sobre la Traslaci?n del Ap?stol Santiago a Galicia.
En cualquier hip?tesis resulta evidente que el gusto musical de
Compostela, en el siglo xu, estaba formado por la audici?n repetida de
obras admirables, brotadas de la misma fuente art?stica de las melod?as
que cautivaban a Mozart y prestaron a R. Wagner??l mismo lo ha
.
?Y qu? emoci?n no causar?a en los devotos jacobitas, compostelanos
o peregrinos, oir modular exquisitamente la preciosa Farsa (29), del fo
tograbado n?m. 8, tan pat?tica y tan alejada de las bufonadas que en
otros pa?ses sol?an tener tales composiciones como ?sta!
Supongamos que se cantaba al paso de una procesi?n por las amplias
naves de la gran bas?lica, como aquella que nos describe el mismo C?di
ce en el Libro III, cap. III; procesi?n en que formaban: a la cabeza el
Obispo D. Diego Gelrnirez revestido de pontifical, con alba mitra, do
radas sandalias y b?culo de marfil en la enguantada diestra, que luc?a
?ureo anillo; luego los setenta y dos can?nigos compostelanos con capas
y dalm?ticas adornadas de plata,? oro y piedras preciosas, con ricas mi
tras y perlados man?pulos, y los numerosos cl?rigos del coro llevando
candelabros, incensarios y cruces de oro y plata, evangeliarios con ?ureas ?
tapas tachonadas de piedras preciosas, relicarios, filacterios y cetros, en que
luc?an el oro, el marfil, el onix, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esme
ralda, etc.; segu?a el rey D. Alfonso VI (asistente a una fiesta del 3o de
Diciembre, seg?n dice el Codex, y pudo ser de hacia r ro9), engalanado
con las insignias de su magestad: un argentino cetro con flores de oro y
tachones de finas piedras, una ?urea diadema con gemas, y esmaltes y
n?eles que representaban aves y cuadr?pedos, y una espada de dos filos,
adornada de ?ureas flores y relucientes letras, con pomo de oro y cruz
de plata; acompa?ando al rey iba muchedumbre de caballeros, condes y
adalides que luc?an asimismo rozagantes vestiduras y limpias armas; y,
por ?ltimo, el cortejo de las damas, calzadas de sandalias doradas, vesti
das con pieles de marta, de gamo, de armi?o y de zorra, con briales de
seda, con grises pellizas, con mantos de escarlata forrados de veros, y
engalanadas con chales, con lazos, con velos, lunetas, collares, braza