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Hoy, el estado de la ciencia arqueol?gica en lo referente a la or
febrer?a celtib?rica, no permite definir con precisi?n el ear?cte'r de las
joyas, que aqu? mismo nombramos torques, tan s?lo por respeto al si
volet usus del precepto horaciano.
Por lo dem?s, creemos que los llamados torques de oro de las co
lecciones de Cicer?n, Arteaga, Villaamil, Sampedro, Pidal y Mon, Mu
seo Arqueol?gico Nacional, Academia de la Historia, que suman unas
veintitantas piezas, y que hemos estudiado directamente, no son los
torquescollares de que hablan repetidamente los libros sagrados del
Antiguo Testamento, ni los de las est?tuas del Cerro de los Santos que
est?n en el Museo Arqueol?gico Nacional, 'ni los de que habla Quinti
liano entre los hispanoromanos, y San Agust?n y San Jer?nimo entre
los cristianos de la antig?edad, y San Isidoro de Sevilla y San Beda,
en la Edad Media, y los grandes comentadores b?blicos del Renaci
miento, los Calmet, los Cornelio Al?pide y el sapient?simo Villarroel
en sus Tautolog?as.
Los preciosos objetos que en estas p?ginas denominarnos torques,
s?lo pueden recibir este nombre en un sentido etimol?gico. Hist?rica
mente no pudieron ser sin?, o adornos de las piernas de los hombres
(Periscelides), o de los brazos de hombres y mujeres (Armillae); o sig
, nos de honor de los guerreros (como nuestras condecoraciones milita
res de hoy), sentido no extra?o al concepto de los torques entre los he
breos (1), y corriente entre los romanos, que ten?an sus Milites Torquati
(Manlio Torcuato fu? uno de ellos), seg?n Livio y Vegecio, es decir,
soldados a quienes el general hab?a condecorado, por sus haza?as, con
torques de oro; o finalmente monedas, seg?n se admite, como corriente,
por los arque?logos de hoy, que aplican a este caso las teor?as de
Mommsen y Babel?n; o todo ello a la vez : prenda suntuaria, conde
,coraci?n militar, y objeto de cambio en el comercio.
Esta incertidumbre del destino y uso de los torques, se hace ma
yor, si cabe, cuando se trata de determinar su cronolog?a y etnograf?a.
En documentos de los siglos ix y x suenan torques y lunaces; don
Jos? Amador de los R?os, fundado en las Etimolog?as de San Isidoro
Hispalense, en que suenan aquellos nombres, apunt? la idea de que
eran obra visig?tica; D. Aureliano Fern?ndez Guerra, clasicista ?l, di
put?los como romanos. Con todo, teniendo en cuenta las circunstan
cias topogr?ficas en que se hallan esos objetos?en los castros y las
m?moas?, y que estos monumentos pertenecen a la civilizaci?n celti
, (1) La ra?z de la voz hebrea Charuz, que corresponde a la latina de la Vulgata Tor
ques, significa etimol?gicamente Valiente; esforzado en hechos heroicos.