patella de la Real Academia Gallega 125
DON MANUEL GARCIA VAZQUEZ
En la Habana falleci? el caballeroso Presidente de la Asociaci?n Ini
ciadora y Protectora de la Real Academia, D. Manuel Garcia Vazquez. ??d? ????.?0?? {? {? ??
? La noticia de esta tan sensible p?rdida nos ha producido hondo pe
sar, como sin duda lo habr?n experimentado cuantos al lado del Sr. Gar
cia Vazquez venian laborando con decisi?n y entusiasmo en favor de
nuestra Corporaci?n y por la difusi?n de la obra cultural y patri?tica que
realiza.
Era el Sr. Garcia V?zquez un distinguido y prestigioso comerciante
que supo alternar con las tareas de su vida profesional la afici?n a man
tener y propugnar los valores de la cultura gallega, ofreciendo elocuente
manifestaci?n de su claro entendimiento y de su patriotismo bien sentido.
En la presidencia de la Asociaci?n hizo una labor muy celosa, vi?n
dose rodeado del cari?o y el respeto de sus consocios, a los que repre
sent? siempre dignamente, y sostuvo con nuestra Academia relaciones
de cordialisimo afecto.
Muy sinceramente lament?mos el fallecimiento del Sr. Garcia V?z
quez y enviamos a su familia la expresi?n de nuestro p?same, con el tes
timonio de efusiva condolencia que dedicamos a la Asociaci?n Iniciadora
y Protectora que el finado presidia con tanto acierto
Repose en paz el distinguido patriota y celoso Presidente!
LOS ALTARES PRIMITIVOS DEL AP?STOL. SANTIAGO
El altar es quiz? el objeto m?s antiguo que levant? el hombre. Antes
de hacer casa para s?, construyeron probablemente las manos humanas
ur, altar para Dios. Para guarecerse de la intemperie, bast? al primer
hombre la' oquedad de una piedra. A Dios alg?n altar hubieron de con ??d? ????.?0?? {? {? ?? ?' ?
1 sagrar nuestros primeros padres, cuando en los antiguos dias del G?nesis,
se presentaron Cain y Abel a ofrecer a Dios el fruto de sus trabajos y sus
afanes; cosas que al primero le habian producido sus tierras; corderos que
at segundo hab?an nacido en sus reba?os. Y lo que aconteci? entonces ??d? ????.?0?? {? {? ?? ?' ?
practic? asimismo la humanidad entera en el rodar de los tiempos y en
la sucesi?n inn?mera de sus edades, pues no en vano escribi? el orador