io joletfn de la Real Academia Gallega
do no est? en el p?blico tan vivo como los m?ritos y actuaci?n de
aqu?llas requieren de todos los amantes de nuestro pals y nuestra
cultura.
Expuso el Sr. Rodriguez Gonz?lez el motivo de que se hubiese
limitado a un mismo acto el homenaje a las dos figuras conme
moradas y anunci? 'que ?stas sedan estudiadas en los varios aspec
tos de su personalidad y sus obras por los Acad?micos Sres. Casti
llo, Villar Ponte, Amor Meil?n (en ausencia del cual leer?a su inte
resante trabajo el Secretario de la Academia) y Carr? Aldao, con
cediendo seguidamente la palabra al primero de los citados se?ores.
Don Angel del Castillo
Di? lectura a las siguientes cuartillas :
?Aunque en este tributo dc respeto y en este cari?oso recuerdo
que la Real Academia Gallega dedica esta noche a la memoria de
Vicetto, con motivo del cincuentenario de su muerte, se ensalza y
se consagra por encima de otros m?ritos y virtudes, su condici?n de
literato, que otras personas con m?s acierto y m?s elocuencia enal
tecer?n cumplidamente, no debe sin embargo silenciarse el entusias
mo con que acometi? la empresa, por entonces tan dif?cil, de es
cribir la historia de Galicia, empujado por su amor profund?simo a
nuestra tierra y su deseo de reunir en las p?ginas de un libro, cuan
to de su glorioso pasado pudiese contribuir a engrandecerla.
No le arredraron iii las propias ni las ajenas dificultades; a
las unas y a las otras procur? veneer con su tenacidad y su eritu
siasmo, y la historia que con tanto cari?o escribiera, comienza a
publicarse en nuestra ciudad en 1861, pero susp?ndese a las cinco
entregas, (que por cuadernos se editaba) ; firme en su prop?sito,
vuelve dos a?os m?s tarde a comenzar su publicaci?n en los folle
tines de aquel Diario de la Coru?a quo algunos de vosotros recor
dar?is con a?oranzas de tiempos pasados; y, al fin, por tomos, ya
no por entregas, comienza de nuevo a editarse en Ferrol, en 1865,
pero por las doctrinas expuestas al tratar del arrianismo, que tan
extendido estuvo por Galicia, doctrinas que alguicn consider? anti
cat?licas, se interrumpe la publicaci?n por haberla suspendido el
Gobernador Civil de la provincia, promovi?ndose con tal motivo
una curiosa pol?mica entre el autor y el Arzobispo de Santiago, con
lo que hasta el aflo de 1873, no se termina la publicaci?n de su
obra, que escribi?, seg?n sus propias palabras, con el prop?sito de
?dotar a su pals de una historia?.
Bastar?a este empe?o, ifrico en el fondo y ?pico en la forma,