jotet?n de la Real Academia Gallega 263
LOS BENEDICTINOS EN LA UNIVERSIDAD DE SANTIAGO
El monasterio de San Martin de la ciudad de Santiago, habitado
por religiosos benedictinos, fu? desde tiempos antiguos una de las
principales instituciones de aquella poblaci?n. En ?l vinieron a ref un
dirse otros varios que la misma Orden ten?a en Galicia al implantarse
alli la reforma en la segunda mitad del siglo xv, con lo cual acrecent?
el compostelano su personal y rentas y se reorganiz? en igual propor
ci?n la vida mon?stica (1).
Al redactarse las Constituciones, a mediados del siglo xvi, para la
nueva Universidad fundada por el Arzobispo D. Alonso de Fonseca,
el encargado de implanter en ella la vida acad?mica, D. Andr?s de la
Cuesta, Doctor complutense, crey? acertado traer en apoyo del na
ciente instituto todas las entidades de valor religioso y social que
pod?an estar interesadas en la prosperidad de su vida. Por eso entre las
cuatro Ordenes religiosas a cuyos prelados concedi? asiento en el Claus
tro universitario no podia faltar el Abad de San Martin. No deb?an pre
tender por entonces los benedictinos santiagueses consagrar sus talon ?
tos a la ensefianza en escuelas p?blicas; pero esa medida de gobierno
del Doctor Cuesta les llev? a interesarse de cerca y a promover el bien
de la Universidad, terminando por tomar parte activa en la ensei?anza.
Los primeros benedictinos quo encontramos ocupados en la regen
cia de c?tedras universitarias son el P. Vicente Marcilla, quo en 1592
se encarg? de sustituir al lectoral Francisco G?mez en su c?tedra de
Escritura, el P. Gaspar de Avil?s, quo igualmente sustitu?a en 1595 al
dominico Antonio de Sotomayor en su c?tedra de prima de Teologia,
y el P. Antonio Cornejo, quo dos afios despu?s figura ocupado en la
misma sustituci?n, entrando luego como propietario en la otra c?tedra
de Teolog?a.
El refuerzo quo con estos nuevos elementos recibi? la Universidad
durante todo el siglo xvri y aun m?s adelante fu? trascendental para
la vida acad?mica, pues tanta prisa se di? el instituto benedictino en
alcanzar a los quo le hab?an precedido en este empefio, quo no s?lo se
desquit? de la tardanza, sino quo hubo un momento en que obtuvo el
predominio en el Claustro por su influencia moral, y en la ensefianza
(I) De esta reforma se ocupa extensamente D. Antonio L?pez Ferreiro en su libro
Galicia en el (dam tercio de! siglo XV. Santiago, 1883.