}olet?n de la Real 5lcadem,ia Gallega 15
DE FOLKIaORE
UN ROMANCE PORTUGU?SGALLEGO ;=
En mi modesta colecci?n folkl?rica musical gallega, figuran algu
nos romances cantados, no muchos, por desgracia, que pudieran unirse
al acervo colectivo para reconstruir el edificio legendario de las narra
ciones populares, historias, cuentos, romances, en fin, en el sentido pri
mitivo de este vocablo en el Libro de Apolonio.
Se ha dicho que, por ser l?rica, en nuestra poes?a popular esca
seaba el romance. ?
El concepto es exacto; por lo menos, no abunda el g?nero musical
y a?n los ejemplos que pueden presentarse ? examen parecen ser frag
mentos de un todo no f?cil de reintegrar ? su pristina forma.
Compulsando obras erudit?simas, como Romances velhos em Por
tugal, de la insigne Sra. Michaelis de Vasconcellos, surge la duda de
s? algunos relativos ? la historia ?.tradici?n hist?rica de Espa?a, varios
novelescos y otros l?ricos, pudieran ofrecer concomitancias con los de
D. Rodrigo, que se cantaban en los a?os de jubileo en Compostela San
ta Catalina, Silvani?a, Rufina, y A rolaviuva ? Fonte frida, por no citar
m?s, de popularidad notoria.
Y por lo que ? la m?sica de esos romances se refiere, estimo `debe
aceptarse sin reparo la afirmaci?n de tan ilustre escritora, cuando dice
que un mismo s?n, aire? melod?a pod?a servir para gran n?mero de
I textos similares en su esencia ? forma m?trica.
Ahora, para explicarnos la difusi?n de las tonadas, debe asimis
mo tenerse presente que el cambio de romances fu?'rec?proco entre las
cortes peninsulares, sobr? todo en los siglos X V y el siguiente.
1 El Cancionero de Barbieri proyecta luz viv?sima para analizar los
casos de afinidad ? semejanza.
La materia atrae .y merece estudiarse con empe?o; mas la grata
labor est? vedada ? mi insignificancia, y todav?a atrevi?ndome ? esb?