300 Dolel?? de la Real ,lcademia. Gallega
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vaciones y de las noticias que con insistencia inquirimos durante nues
tra ya larga estancia en el pa?s.
Las m?nioas son abundantes en los t?rminos municipales .antes
citados; se presentan distribuidas al azar, aisladas, las menos, pr?ximas
? a otras las m?s, y tambi?n formando grupos, alguno de siete, dentro
de un corto per?metro. Var?an sus proporciones desde la que apenas ?
se eleva medio metro, hasta lade medir cincuenta de di?metro, por m?s
de cuatro de altura; contadas son las que ofrecen dolmen o trazas de
?l, abundando en cambio el semidolmen, sustituido a veces por una
losa m?s o menos gruesa, colocada horizontalmente en el centro, al ni
vel del suelo.
Casi sin excepci?n se muestran abiertas o con signos evidentes de'
haberlo sido, estando tambi?n profanadas algunas de las poqu?simas
que no presentan aquellos signos. Exploramos una de estas, por cierto
grande, y despu?s de quitada gran cantidad de tierra, apareci? en el
fondo una losa de menos de un metro de longitud, partida en dos; y a
su lado pedazos de la urna cineraria que sin duda habia cubierto.
Encerraron preferentemente, a juzgar por la frecuencia relativa
de los hallazgos, vasijas de barro y ?tiles de silex, de piedra pulimen
tada, y al. parecer tambi?n de cobre. De objetos de bronce, a diferencia
de los de cobre que no son raros, no hemos encontrado rastro cierto.`
En tan lamentable estado dejaron estos interesantes monumentos
los buscadores de oro, que excitados por la leyenda de tesoros imagi
narios, destruyeron para siempre verdaderos tesoros de datos arqueol?
gicos de donde el criterio cient?fico har?a hoy brotar la luz que ilumi
nase facetas oscurecidas de nuestro pasado.
ALFREDO ALVAREZ.
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