joletin de la Real ?Academia Gallega 299
uno y medio de altura, registrada a fondo, como la casi totalidad de"
las numerosas, que en aquella zona existen, por los buscadores de te
sotos:
No conserva piedras de dolmen, ni ofrece otra particularidad que
la de. contener, revueltos con la tierra y piedra suelta que como a las
? dem?s del pa?s la forman, gran cantidad de restos de teja romana,
piedras evidentemente calcinadas, descompuestas, resquebrajadas por
la acci?n continuada del calor, y algunos gruesos ladrillos. Trozos de'
t?gulas y de imbrices, desigualmente repartidos, infiltran, por ;decirlo,
as?, la masa de la m?moa desde el nivel del suelo hasta la superficie,
tanto hacia el centro corno en, los bordes; unos, insuficientemente coci '
dos, otros, cocidos con exceso hasta el ennegrecimiento,` y algunos sol
dados entre s? pordefectuosa` colocaci?n durante la cocci?n. No faltan
tampoco las escorias caracter?sticas de los hornos de teja.
Es, pues, evidente que, para formar la m?moa que describimos, se
utilizaron los restos de un tejar, en el que se fabricaba teja romana,
ya que no de otro modo cabe explicar razonablemente la presencia all?'
y la distribuci?n de los materiales enumerados. Prest?iulose estos tan
bien como la tierra y las piedras para formar el mont?culo, se com
prende su utilizaci?n, que simplificaba la tarea, tal vez penosa y sin
duda pesada, de arrancar una y otras del duro suelo. Si la teja roma
na fu? introducida en nuestro pa?s en el tiempo de la dominaci?n de
Roma, es obvio que nuestra m?moa fu? levantada no antes de aquel
tiempo. ?
Minuciosamente la exploramos, excav?ndola en diferentes direc
ciones, sin hallar objeto alguno que arrojase. nueva luz. Un trozo de
t?gula, grande y bien cocido, con algo as? como tres arcos de medi?;
punto conc?ntricos groseramente trazados, y varias impresiones muy
marcadas que semejan exactamente las que en la arcilla no cocida aun,
deja un calzado claveteado; parte de un dibujo sim?trico, de l?neas on
dulantes, tambi?n trazado groseramente antes de la cocci?n, en otro
trozo. Y nada m?s.
No mayor fortuna nos acompa?? en otras investigaciones. Cono
cemos muchas m?moas en el t?rmino de Mellid, no pocas en los de
Santiso, Toques, Arz?a, Sobrado y Touro; m?s de doscientas en total.
Escavamos algunas y reconocimos las de viejo excavadas, que son la
casi totalidad, con resultado est?ril, Por excepci?n hallamos 'algunas
hachas de piedra pulimentada, un hermoso cuchillo de silex y escasos
restos de cer?mica tosca, trabajada amano. Nada nuevo; lo por todos
sabido. De algunas armas de piedra y de cobre que adquirimos, halla .
das en el pa?s, no logramos averiguar el yacimiento. Solamente pudi
mos comprobar que dos pequefias hachas de piedra pulimentada las
descubri? el arado dentro de un castro (el de Campos), y una de cobre
en una finca unida a otro castro (el de Oleiros). Si estos hallazgos se
multiplicasen?y no lo creemos dificil?constituir?an una prueba m?s
en contra del origen romano de los castros.
Para terminar ofrecemos un resumen de nuestras modestas obser