Boletin de la Real Academia Gallega 2!
?afiad?a? ha sido est?ril para el pals que me vi? nacer, tampoco
yo le debo sin? disgustos y sinsabores? .
? Siempre iguales, siempre al un?sono, como dos cuerdas de
una misma lira, coma dos latidos de un mismo coraz?n!
Hasta en sus mismas genialidades n?tase una muy viva seme
janza. Proverbial vino a ser la ol?mpica vanidad de que alardeaba
el autor de Men Rodriguez de Sanabria; numerosas son las an?c
dotas que, corriendo de boca en boca, llegaron hasta nosotros y que
atestiguan su infantil e inofensiva soberbia, su egolatr?a cando
rosa, nacida tal vez al calor de su magna popularidad. R?fagas del
mismo mal aquejaron a Vicetto, seg?n nos cuenta su bi?grafo Pla
cer Bouzo, no embargante disculparlas ahincadamente, afirmando
todo se le podia perdonar en gracia a que es .bien f?cil adquirir
toda clase de vanidades, en donde lo que sobresale un poco del nivel
com?n es siempre objeto de los tiros de las m?s m?nimas inferio
ridades.
Si pudo un cr?tico decir de Fernandez y Gonz?lez, qu? hizo
generoso y benigno a D. Pedro, leal a Sancho el Bravo, enamorado
a Felipe II, prudente a Antonio P?rez y d?scretos a los Felipes, y
quo su entusiasmo, como el fuego, purificaba a los protagonistas de
sus obras; ... de Vicetto puede asegurarse que idealiz? el sombr?o
reino de los suevos,, quo poetiz? nuestra f?rrea y ruda Edad Media,
y quo, de imaginaci?n ardiente, de pasionales arrebatos y poseedor
de una paleta fastuosamente colorista, supo crear figuras de belleza
insuperable, forjar cuadros de una sugesti?n avasalladora y esmal
tar paisajes dignos de los pinceles de un Corot o de un Claudio de
Lorena.
En lo que ya el paralelo se quiebra hasta desvanecerse, es en
las fuentes inspiradoras de ambos novelistas. Fern?ndez y Gonz?lez
buce? en la historia de todos los pueblos de Espana: desde Catalu
na en Las cuatro barras de sangre, hasta Sevilla en La cabeza del
rey Don Pedro; desde Asturias en La Cruz de Quir?s hasta Gra
nada en las Leyendas de la Alhambra, y aun fu? a espigar su fan
tasia m?s all? de las fronteras de la patria, para relatarnos las an
danzas de Lucretia Borgia y de Los hermanos Plantagenet.
ViceIto, no; Vicetlo fu? ?nica y exclusivamente novelista galle
go y no quiso ser sino eso. Por esto mismo, si en alg?n encasillado
lilerario ha de inclu?rsele antra los walterescotianos, es al lado (y
ni un punlo m?s bajo) de aquellos que consagraron a sus regiones
un culto exclusivo, ferviente y conslante : es antra Balaguer el cata
I?n, Villoslada el navarro, Boix el levantino, Arana el euskaro, En
rique Gil el berciano y otros tales. Fu? Vicetto lo que quiso ser en