i66 Doleitn de la Real ilcademia 6allega I
? SECCI?N OFICIAL
NECROLOG?A
NOMMEMINEI
JOS? OJEA
Acaba de morir aquel queridisimo amigo cuyo sincero afecto nos
mantuvo estrechamente unidos durante m?s de cuarenta a?os; aquel
cuya lealtad y bondad de coraz?n eran superiores todav?a ? sus gran
des dotes de inteligencia y saber, aquel que jam?s tuvo un momento
de frialdad ? desmayo en la estimaci?n que profesaba ? este combatido
por la suerte.
Para nuestra Galicia, ? la que honraba con los frutos de su inspi
raci?n, y lo que es mas, con el amor inmenso que ponia en las cosas
del pals, la muerte del viejo soldado constituye un verdadero d?a de
duelo. Mas para mi que quer?a con toda mi alma, al que fu? mi amigo
desde los primeros a?os de su juventud, vino ? herirme tan duramente
que no pudo ser m?s, pues deshizo una larga amistad sin mancha y
rompi? los lazos que nos un?an como ? dos hermanos.
Amargo momento ? inesperado, que me hiri? en lo ?ntimo, levan
tando en mi coraz?n todo un mundo de imborrables recuerdos. Golpe
impensado, imposible de soportar, entre aqu?llos ? quienes un?an dos
grandes sentimientos, el de una com?n vida literaria, y el del imborra
ble amor que sent?amos por nuestra tierra, cuyos dolores nos her?an por
igual y en cuyas esperanzas de redenci?n comulg?bamos. La estrecha
uni?n que estos sentimientos establecieran en nuestras alums, fu? tan
grande, que no lograron jamas separarnos ni las contrarias opiniones
que en otro orden sustentamos siempre. No lo lograron, porque para
nosotros Galicia era todo, las cosas de Galicia sagradas, y cuanto con
ella se relacionaba, santo tabern?culo, ? que no podia tocarse sin una
especie de sacrilegio que los cielos castigaban.
Me quedar? tiempo todav?a, ?pues ya me Haman hacia lo desco q
nocido?de hacer justicia en este mundo ? las almas blancas que en
el han vivido bajo nuestros cielos, sin herir ? nadie, ni tener en su co
raz?n m?s que perd?n para toda falta y piedad para todo dolor? Si es