oletIn de la Real tcademia Gallega 295
Tan grande es la turbaci?n que embarga mi ?nimo en estos so
lemnes momentos, que no acuden a mis labios palabras suficientemente
expresivas, con que corresponder a las tan elocuentes como afectuosas
y ben?volas que, en nombre de las Excinas. Diputaciones de la Corufia,
Lugo, Pontevedra y Orense, os hab?is dignado dirigirme, al poner en
mis manos tan precioso pergamino, y en vano me esforzar?a por sig
nificaros todo lo que siente mi alma ante un homenaje tan despropor
cionado a mis merecimientos. ?Sou ?stos tan escasos para tan alto
galard?n] ?Qu? mucho que reciba con mano tr?mula tan honor?fico
diploma; que lo lleve a mis labios, para que sobre 61 estallen en beso
de eterna gratitud, y que lo estreche, hondamente emocionado, contra
mi coraz?nl
Porque s?lo de una cosa puedo gloriarme, ?lo he dicho en otra
solemne ocasi?n, carifiosamente recordada ahora por el Sr. Garcia
Acufia? y es de mi amor a Galicia.
Si algo digno de'estimaci?n y elogio descubr?s en mis escritos
?l lo ha hecho brotar de los puntos de mi pluma; si alguna chispa del
sagrado fuego de la elocuencia hab?is visto brillar en mis discursos, ?l
la ha encendido; si alg?n prestigio he conquistado en la c?tedra, mis
vivos deseos, mi ardiente anhelo de quo mis disc?pulos fuesen honra y
prez de la tierra que les vi? nacer; de que, al triunfar, brillar e impo
nerse fuera de aquf, por su saber y su talento, se dijese con admira
ci?n y simpat?a: ?Este es gallegon, tales deseos han contribu?do pode
rosamente a quo, en el decurso de tantos afios, no haya sentido desfa
llecimiento ni descanso en las arduas tareas de la enseflanza.
Como en la antigua Roma la adopci?n de los hijos sui juris, due
fibs de s? mismos, se hac?a en los primitivos Comicios curiados, por
voto de las Curias en que se divid?a el pueblo romano, asf, por voto
de las provincias en que se divide el suelo gallego, me declar?is aquf,
ante tan altas y numerosas representaciones y tan distinguido y bri
Ilante concurso, hijo adoptivo de Galicia. Hermoso espect?culo, que,
al par que me halaga, me Ilen? de confusi?n, poniendo en resalto el
contraste entre mi pequefiez y la grandiosidad del homenaje.
Y contribuye a impresionar m?s y m?s mi ?nimo, el recuerdo del
fraternal y llorado amigo, del ilustre escritor que tan eminentes servi
cios prest? a las tetras gallegas con sus profundos estudios y sus sabias
investigaciones, del benem?rito editor de la Biblioteca Gallega y de la
Cr?nica Troyana, del erudito cronista de esta preclara ciudad, y doct?
simo Presidente de la Real Academia Gallega, cuyo nombre hab?is
grabado en el bronco, para perpetuar su memoria. Justo y merecido