BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA 43
Evocaci?n sentimental del monasterio de Samos
Finalicemos las sencillas p?ginas de este apuntamiento feijoniano,
con el recuerdo de nuestra visita a Sarnas, con ocasi?n de haberse inau
gurado el monumento erigido (1) a la memoria y exaltaci?n del ilus
tre pol?grafo, el P. Feij?o.
?C?mo no evocar con 'emoci?n tan inolvidable efem?rides, home
naje nacional al insigne benedictino gallego, leg?tima gloria de la cul
turaespa?ola y alto prestigio de universal autoridad?
En medio de la esplendorosa solemnidad de las ceremonias cele
bradas en el Real Monasterio de Samos, con la concurrencia de las
m?s prestigiosas representaciones oficiales, eclesi?sticas y populares,
nosotros sentimos un ?ntimo anhelo, de antiguo custodiado como sagra
da promesa, y pensamos cuando los acordes de las m?sicas y las vi
braciones de la erocuencia resonaban ante la estatua forjada por la
inspiraci?n de Asorey, en refugiarnos silenciosamente en la que fu?
celda del gran maestro.
No pod?amos olvidar aquellas lamentaciones con que Murgu?a, gu?a
de la historia y de las letras de Galicia, contempl? un d?a, con dolo!
t rida mirada, desmantelado el refugio de estudio del autor del Teatro
cr?tico. Tambi?n ten?amos arraigado yen nuestro pensamiento, como una ?
grataesperanza, las seguridades que all? en 1935, en el momento mis
mo en que se hizo cargo del gobierno del c?lebre monasterio el que
ahora contin?a afortunadamente rigi?ndolo con superior autoridad, el
P. Mauro G?mez Pereira, anunci? de erigir una estatua a quien supo
honrar 'el famoso cenobio, restaurar su celda y crear una biblioteca de
cultura feijoniana, reuniendo los libros y enseres del que fu? promo
tor constante, glorioso y tenaz del nuevo pensamiento cient?fico espa
?ol, seg?n 'acertada expresi?n de tan esclarecido abad mitrado de
Sarnas,
Y all? fuimos, ansiosos de contemplar la fecunda realidad de su
iniciativa, y en esa celda, que en funesta ?poca sufri? repulsiva profa
naci?n, ahora magn?ficamente honrada, penetramos con el ?nimo pleno
de fe, y rendido cl cuerpo y el esp?ritu, imaginamos hallarnos ante un
altar, donde flotaba el alma iluminada del sabio benedictino.
Seguidamente nos incorporamos a la concurrencia, ya reunida en
el ?gape mon?stico del amplio refectorio de la abad?a, y durante el
acto cant? un coro integrado por monjes educandos, que interpret? va
'' r?os laudes, escuchados con ?ntimo recogimiento. Nosotros, conmovidos
por tal solemnidad, hemos de confesar que fijamos principalmente la
atenci?n en aquellos muchachitos que con la palidez de su recogimien
to simbolizaban almas nuevas, volando hacia el infinito. Y nos pregun
t?bamos: ?No era as? aquel ?ngel que inici? all? en su nii?ez la vida
(1) 24 de agosto do 1947.