oletin de la Real )1cademia Gallega 267
7.? P. Pedro de Soria: 16601671. ? El P. Hevia no tuvo en su
c?tedra sucesor benedictino. Desde 1603 venfan estos religiosos regen
tando sin interrupci?n una de las dos c?tedras en que se explicaba a
Santo Tom?s. Cediendo a las protestas del mercedario Martin de Ace
bedo hab?a mandado el Consejo en 1638 que se sacase a oposici?n la
c?tedra que dos a?os antes obtuvo el dominico Luis de Espana y
Moncada, lo que equ?val?a a mandar que se diese al P. Acebedo, como
en efecto sucedi?. El Claustro para no dejar desairado al dominico, en
el acto cre? para ?l una nueva c?tedra de Teologfa, la cual regent?
hasta que qued? vacante la del P. Hevia. Entonces los benedictinos en
lugar de pretender esa vacante, como no querfan entorpecer los desig
nios del Claustro, ni menos indisponerse con los dominicos, con quie
nes mantuvieron siempre las m?s cordiales relaciones, dejaron que el
P. Moneada pasase a la c?tedra vacante, o mejor dicho, continuase su
lecci?n, en la que desde ese moment() comenzaba a ser una de las que
hubo en la Universidad desde su origen, suprimidndose la que se habfa
creado para 61. Contra ello protest?, por mera f?rmula, el P. Acebedo,
pero su protesta no tuvo consecuencias, quedando desde el curso de
16394640 con las dos c?tedras de constituci?n los Padres Acebedo y
Moncada, y por tanto exclufdos los benedictinos (1).
Pero ?stos, transcurridos dos decennios, volvieron a intervenir en
las oposiciones con el mismo entusiasmo que antes. En 1660 pidi? al
Claustro el P. Mauro de San Miguel que en premio de haber le?do seis
aflos continuos en sustituciones de prima, vfsperas y Escritura y dos
altos de extraordinario, con voluntad de continuarlos, ?se sirva de hon
rarme con la c?tedra de Santo Tom?s en la conformidad que la ha
tenido y pose?do el P. M. Moncada, de la Orden de Santo Domingo, la
cual regentar? sin que por este trabajo pida ni lleve salario alguno,.
(Claustro de 10 de julio de 1660.)
Este recurso de gracia no se ha de tomar como indicio de temor a
las oposiciones, pues unos meses antes de hater el P. Mauro esa peti
ci?n, a que el Claustro accedi? gustoso, se present? el P. Pedro de So
ria a luchar con el agustino Crist?bal de Agramonte. Ven?a este
agustino desempel?ando una c?tedra de Teolog?a ?la que hab?a dejado
al ser nombrado obispo el P. Martin de Acebedo? desde 1656. Y aun
que el Claustro sol?a favorecer en las oposiciones al catedr?tico que on
el cuadrienio anterior hab?a tsnido la c?tedra si ?ste la pretend?a, como
(r) Todo este enojoso episodio lo exponemos m?s ampliamente en nuestro estudio
acerca de la Facultad de Teologia en la Universidad de Santiago, a donde remitimos al lector