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BOLET?N DE LA ACADEMIA GALLEGA 159
cal eclesi?stico, los frutos de los beneficios que hubiese vacantes
despu?s de pagados gastos y economatos. El mismo destino se de
ber?a dar a los frutos de los beneficios que vacasen en lo sucesivo,
quedando a salvo los derechos que tuvieren los patronos y presen
teros.
El prelado, en conformidad con lo que se le ordenaba en la
misma carta, se?al? terreno para la f?brica, public? edictos con
vocando a concurso a los arquitectos de aquel reino, e hizo otras
diligencias con que se hubiera logrado el intento, de no sobrevenir
le la muerte en 1774. Su sucesor, D. Domingo Fern?ndez de An
gulo, al querer proseguir aquella empresa tropez? con la resisten
cia de algunos patronos, que en defensa de sus derechos hab?an
acudido al mismo Consejo, obteniendo sentencia en su favor. Y no
siendo posible arbitrar otros fondos en sustituci?n de aqu?llos, se
g?n ordenaba la real C?mara, dej? transcurrir los veinte a?os de
su pontificado sin mejorar las condiciones del proyecto.
A primeros de Abril de 1799 informaba en Madrid D. Diego
Rodrigo en representaci?n de su prelado, D. Juan Garc?a Benito,
que dos a?os antes hab?a ascendido a la silla de Tuy, diciendo que
al llegar a aquella di?cesis tuvo el desconsuelo ?de ver que, por las
muchas y casi continuas indisposiciones de su antecesor (el se?or
Fern?ndez de Angulo), no se han cumplido tan repetidos encargos,
apesar de la extrema necesidad de remediarlos. Que en toda la pro
vincia no hay un estudio; y a la reserva de los pocos, ?ridos y es
peculativos conocimientos de escol?stica que los naturales suelen
aprender en los dos Conventos de Santo Domingo y San Francisco,
carecen enteramente de otros arbitrios para adquirir, no ya los que
son necesarios para formar un digno p?rroco, pero ni a?n un ecle
si?stico que tenga una regular instrucci?n. Doscientos ducados son
toda, la dotaci?n de un maestro que ense?a una mala gram?tica
latina; y si se quiere que los ni?os y mucha gente del pueblo se
pan la doctrina cristiana, tiene el obispo que ense?arla en su casa,
y cuidar de que diariamente se, repita y aprenda el catecismo. El
exponente lo ejecuta con gusto, porque conoce que semejante ocu
paci?n forma ,una parte de sus ocupaciones; pero experimenta al
mismo tiempo el dolor m?s vivo al ver que esto es una consecuen
cia del atraso que la falta de estudios produce en su di?cesis.
?Si la fundaci?n del Seminario fu? f?cil cuando la piedad del
rey padre aprob? los medios que para su dotaci?n le propuso el
ilustr?simo' Ram?rez ?a?ade, al presente, aunque no es imposi
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