? no patella de la jlcademia c5allega
al sentimiento afeetivo del que los maneja, y como estos sentimien
tos; expresados musicalmente o por medio de los sonidos, son uni
camente sensuales, arrastran, casi de modo irresistible, el ?nimo
del oyente a un estado enteramente opuesto al en que debe hallarse
para orar, que es el de completa quietud pasional, que permita
levantar el coraz?n a Dios, pues aun para sosegar las tempestades
de nuestra alma, a la oraci?n sosegada y tranquila debemos re
currir como a eficaz remedio.
Podr? objetarse diciendo: tr?tese la instrumentaci?n de las
obras religiosas de un modo serio y austero. Esto valdr?a .tanto
como decir: an?lese la orquesta. ?Qu? papel desempe?ar? un ;ins
trumento tan brillante y tan expresivo como es el violin,,haciendo
notas tenidas en un registro medio, por ejemplo; sin poder hacer
alarde de aquellos llenos y sonoros acordes o de los pasos de agi
lidad y bravura de que es capaz? Y si ejecuta cualquiera de estas
cosas, o canta una m'elod?a con insinuante expresi?n, ya est?
fuera, por completo, del ambiente religioso que conviene a la ora
ci?n cantada, que esto viene a ser en resumen la:m?sica religiosa.
De suerte que, o se profaniza la m?sica religiosa o se desnaturaliza
la orquesta. Y la prueba de esto .la tenemos en que para legiti
mar de alguna manera el uso art?stico de la orquesta en el temL
plo, han tenido que dramatizar, dig?moslo as?, sus obras los corn
positores. De aqu? esos dies irae turbulentos y tormentosos, re
medo de las tempestades que, en Operas y sinfon?as, han escrito
muchos autores; los andantes apasionados eon juegos entre la voz y
un instrumento; los trozos en forma de concertante... todo por dar
inter?s a la orquesta, porque sino ser?a nula; porque ni el dies
irae pide una tormenta, al contrario, tiene el car?cter de una medi
taci?n muy seria y muy temerosa, pero m?s bien para derramar
l?grimas de dolor y arrepentimiento que no para dntregarse a
desesperaciones tumultuosas; ni hay texto en toda la Escritura,
ni en el breviario que pidan la interpretaci?n que puede darse a
una romanza apasionada.
Hay que partir del principio de que la m?sica en la iglesia
no tiene otro oficio que el de realzar, intensificar y revestir ar
t?sticamente la oraci?n, esto es, un desahogo del coraz?n fervorosar
mente movido hacia Dios, que como ?ltima expresi?n de sus afec
tos prorrumpe en cantos de alabanza, o de arrepentimiento, pero
siempre de s?plica o plegaria, y el arte verdadero debe responder
en esta ocasi?n a los afectos que informan esa plegaria, que nunca