46 jolel?n de la Real 5lcaderrtia Gallega
cepcional, que supo dedicar toda su vida ? la ardua labor de grabar en las
p?ginas de sus libros magistrates, todas las palpitaciones de la muy noble y
heroica regi?n galiciana, cuna de tantos hombres ilustres, escudri?ando los
cimientos, dondehoy.se alzan orgullosas y repletas de vida, las ciudades, villas
y aldeas, quefintegran la patria de nuestros amor?s...
?Como no rendir este homenaje merecid?simo ? una de nuestras glorias m?s
leg?timas? ?C?mo no asociarse ? esta obra dignificadora todos los gallegos, es
parramados por los ?mbitos del mundo? Ser?a una de las m?s grandes injus
ticias, y dentro del noble pecho gallego no caben villan?as tales.... ?Vedlo!: es el
? ?viejecito enchisterado? altivo y arrogante cual viejo roble celta, con un pie f.
puesto en el sepulcro, desafiando ? los a?os inclementes que, sin cesar se suman,
blandiendo incansable su noble pluma maestra, como si se hallase en el apogeo
efervescente de su juventud ya muerta. Ved, ah?, salir uno tras otro, los monu
mentales libros redactados por su numen portentoso. Y. sin embargo, un d?a,
Ileg? hacia nosotros un eco adolorido que nos dec?a: ??Don Manuel, se va!?
?Apagarse la estrella fulgente que alumbra el . derrotero de la literatura patria!
No, no hay ni qu? pensarlo. Don Manuel, no muere, ni morir? nunca. Hace.
tiempo que la inmortalidad le cogi? alborozosa en su seno; el vivir? siempre,
la par de ese grandiose monumento que lleva por t?tulo: ?Historia: de Galicia?.
?Salud, venerable patriarca!...
M. CARRILLO CORTIZAS.?
Aeto simp?tico
Lo fu? indudablemente el efectuado por el Club de deportes co
runes Maria Pita.
Con motivo de asistir ? una carrera eiclista en Santiago, se trasla
d? ? la ciudad hermana de Compostela, un inumeroso grupo de socios
de dich? Club. Formaban en la alegre expedici?n unas cuantas hermo
sas senoritas coru?esas.
Ya en Compostela, no pudiendo olvidar que, como mujeres galle
gas, la mujer de m?s exquisito coraz?n en el mundo, deb?an un tributo
de respeto ? esa santa mujer que en vida se Ilam? Rosalfa de Castro,
en el templo de Santo Domingo, y ante la sepultura del m?s grande
poeta de Galicia, depositaron ? su memoria esas dos delicadas ofrendas
del coraz?n femenino: la oraci?n y las l?grimas, y cubrieron el mauso
leo de la insigne cantora, con las m?s bellas fibres que pudieron encon
trar en los jardines cor??eses. ? ?
Desde Compostela telegrafiaran asimistno adhiri?ndose al home
naje que en su ciudad natal se tributaba al insigne Murgufa.
iQu? Dios se lo pague y que su ejemplo sea siempre imitado por
la juventud gallega!