244 Dolettn de la Real flcademia Gallega
lleros, recorri? seguidamente muchas tierras de Galicia y estuvo en
los estados del de Andrade., donde fu? espl?ndidamente obsequia
do, pues, como se consigna en la Cr?nica de Don Juan 11, Nano
Freire ?le hizo mucho servicio et dio todas las viandas que hubie
ron menester, tanto quando ende estuvieron? .
En el siguiente a?o, 1429, acompa?? con sus huestes al rey
Don Juan II en la jornada de Arag?n.
Todo esto ocasion?le al de Andrade crecidos gastos, los que,
sin duda, trat? de repartir entre sus vasallos. Unido ello a otras
vejaciones que debieron venir sufriendo, determin? que en 1431
apareciesen formando entre s? ligas y hermandades, presagio seguro
de formidable estallido revolucionario.
El hondo malestar que de tiempo atr?s reinaba, exterioriz?se
al fin en la sublevaci?n de los vasallos acaudillados por Ruy Xordo.
Veamos la narraci?n de estos sucesos en la Cr?nica de Don
Juan II:
?Entre los otros negocios que el rei habia de despachar antes
que para la guerra partiese (1431), era uno que pend?a entre Nu?o
Frayre de Andrade, y sus vasallos de la Puente de Heume y Ferror
y Villalva, que eran suyas, y sus vasallos que se hab?an todos le
? vantado contra ?l, diciendo, que era se?or. muy fuerte y duro, y
que no lo podian comportar, y hac?anle guerra tres mil hombres y
m?s, y le hab?an derribado ciertas casas fuertes, y le hab?an talado
algunas villas y huertas, y con ?stos se hab?an juntado otros mu
chos de los obispados de Lugo y Mondo?edo, que ser?an bien diez
mil hombres y m?s, y hab?an tornado por capit?n un fidalgo que se
llamaba Ruy Sordo, y tra?an un pend?n de Santiago, y hicieron
todos una Hermandad, y por toda la tierra los llamaban los Her
manos. Y andaban as? poderosamente haciendo muy grandes da
?os y males en la Tierra, que en las rentas del Rey, ni contra su
justicia no tocaban. Y el rey, queriendo apaciguarlos, .acord? en
viar all? un tesorero con cartas al arzobispo de Santiago D. Lope
de Mendoza, y a D. Alvaro de Sorna, obispo de Cuenca, quien era
natural de aquella tierra, y estaba alli por entonce, mand?ndoles
y rog?ndoles que trabajasen como aquella gente se apaciguase sin
esc?ndalo y sin otro rompimiento, y como quiera que ellos traba
jaron cuanto pudieron por lo as? hacer. Los dichos Hermanos se
vieron tan poderosos, y estaban tan locos, que no solamente no qui
sieron estar por cosa de lo que por los dichos arzobispos y obispo
les fu? mandado de parte del Rey, mas atentaron de entrar en la
ciudad de Santiago, lo cual el arzobispo les defendi? y ayunt? su