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So Doletln de la Real ykcademia Gallega
res y propagadores de la polifon?a cl?sica, su fecund?sima labor
haciendo las obras de una manera puramente calculista y me
c?nica; tomando un motivo del canto llano y trabajando sobre
aquel Iragmento mel?dico mil combinaciones de imitaci?n entre
las voces; entradas escalonadas, por decirlo as?, de todos los dise
?os que del tema pod?an sacarse, persigui?ndose y mezcl?ndosc
las partes cantantes, llegando en este g?nero de habilidades a ven
eer las dificultades y jeroglificos m?s intrincados. Pronto se lleg?
al abuso, tomando los temas de canciones profanas y aun non
Sanctas, de suerte que, mientras el tenor iba diciendo la canci?n
elegida con su misma profana letra, las otras voces hac?an contra
puntos imitados diciendo Kgrie eleyson, Agnus Dei, etc. De aqu?
que los t?tulos de las misas y motetes fueran los de las canciones
sobre que se desarrollaban, por ejemplo: Adieu mes amours;
Bairrez moi; Fortuna desperate, y el tan conocido de L'homrne
arm?, sobre cuya melod?a casi todos los maestros flamencos es
? cribieron una misa, y el famos?simo Josquin, dos. En el Concilio
de Trento se prohibieron tales desmanes. No menos se complica
ron los c?nones y composiciones fugadas, llegando a haberlas que
pod?an cantarse empezando por el final, o como si dij?ramos, al
derecho y al rev?s; en esto se lleg? a mil, rarezas y extravagan
, cias. Pero todo este movimiento fu? depur??dose y progresando
haste alcanzar su mayor perfecci?n en el siglo xvi con las inmor
tales figuras de Orlando de Lasso, Palestrina y nuestros Morales y
Victoria que, con m?s inspiraci?n que los otros, supieron dar a sus
obras el sentimiento propio que demandaba el texto, sin ahogarlo ni
obscurecer sus pensamientos con las intrincadas combinaciones
mel?dicas, hijas del c?lculo.
' En nuestra Espana brillan como astros de primera magnitud
y se destacan como figuras de renombre, cuya fama traspasa las
fronteras y llega a todas las naciones, aun en tiempos de tan dif?cil
comunicaci?n entre unas y otras, los tratadistas musicales de fins
del siglo xv Bartolom? Ramos de Parga que, desde su c?tedra de
m?sica de la Universid?d de Salamanca, fu? llevado por el Papa
Nicolas V para regentar la de la Universidad de Bolonia; all? pu
blic? su c?lebre obra De nuisica tractatus, slue m?sica pr?ctica,
con la cual, y con su teor?a del temperamento, caus? una vcrda
dera revoluci?n en el arte; el aragon?s Pedro Ciruelo, catedr?tico
de m?slea en la Universidad de Alcal? y antes de la de Paris; y
otros que, por no hacerme interminable, dejo de citar; pero s?lo