Bolet?n de la Real "ylcademia Gallega 161
cuenta del itinerario seguido por su autor ilustre desde que en 1833
consagraba frescas y pat?ticas memorias ? Galicia hasta que en el 47
hac?a su entrada en la Real Academia Espa?ola. Su amor ? la tierra
natal se manifestaba en todas sus producciones, y basta leer el notable
discurso que pronunci? en el a?o de 1846 en la Sociedad Art?stica y
Literaria de la Coru?a, rebosante de amor y de patriotismo, para com
prender, como ?l dec?a, que el recuerdo de su pa?s le hac?a conservar
en su mente, hacia la literatura, un culto id?latra en su coraz?n; que si
Galicia pudo dejar de ser alguna vez su patria pol?tica, era siempre su
patria literaria, porque era su patria natal, y que nunca olvid? que era
hijo de Galicia, tan hijo con la sangre de sus venas, como con los sen
timientos de su alma.
Y perdonadme no contin?e en el estudio de sus obras porque se
hacen demasiado largas estas mis manifestaciones. S?lo voy ? permi
' firme hacer menci?n de uno de sus m?s brillantes trabajos por relacio
narse con una ilustre dama, hija de este pa?s. Fu? Pastor. D?az fervien
te admirador de aqu?lla insigne camag?eyana que se llam? Gertrudis
G?mez Avellaneda, estudi? concienzudamente todas sus composiciones
y despu?s de consagrarle dos monumentales art?culos que vieron la luz
p?blica en el peri?dico El Conservador por el a?o 1841, y de afirmar
con Juan Nicasio Gallego que, nadie, sin hacerle agravio, podr?a negar
? la se?orita Avellaneda la primac?a sobre cuantas personas de su sexo
han pulsado la lira castellana as? en aquel como en pasados siglos, pro
clam? que era tanta la ternura de sus composiciones po?ticas que mu
chas de ellas hab?an hecho asomar ? sus p?rpados suaves l?grimas y
en su lectura buscara alguna vez blando consuelo ? ,apacible recoso ?
penosos accesos de congojoso esplin ? de l?nguida melancol?a. He ah?
como el m?s m?s grande de los poetas contempor?neos y el m?s dulce
cantor de las bellezas de nuestra idolatrada Galicia, rend?a ferviente
pleites?a ? la m?s inspirada poetisa de aquel siglo, ? la eminente cuba
na que aqu?, en esta propia sala, en el a?o de 1860, mereci? los hono
res de la coronaci?n, ofrenda consagrada por el cari?o, por la admira
ci?n y por el patriotismo del pueblo cubano.
Y no quiero molestaros m?s. Mucho, much?simo queda a?n por
decir de la fecunda labor realizada por tan ilustre paisano. Citamos li
geramente parte de sus trabajos literarios y pol?ticos: nada hemos dicho
de sus novelas y de sus escritos que alcanzaron ? todos los ramos del
saber, ni siquiera aludimos ? aquella obra monumental titulada ?Pro
blemas del socialismo? en que se revel? una vez m?s como profundo
fil?sofo. Pero s? concluiremos diciendo de ?l con sus cr?ticos m?s auto