too Bolet?n de la Real 5lcademia Gallega
figurar al lado de aquellos que inmortalizaron el nombre de la Divina
Rosal?a, nuestro prelado ilustre sabe de nuestras necesidades, y conoce
nuestros sinsabores, y est? penetrado de nuestros destinos, y siente
como el que m?s nuestras saudades de raza, porque ha vivido y vive
nuestra propia vida. Y desde el alto sitial a que le elevaron sus perso
nales merecimientos, y pues est? en su propia casa, sabr? ser un digno
sucesor de aquellos gloriosos varones que se llamaron Gelm?rez, Rajoy
y Malvar, primero y ?ltimos arzobispos gallegos que antes que ?l ocu
paron la archidi?cesis compostelana, y sabr? responder en todo instante
a sus propios sentimientos de hijo insigne y predilecto de Galicia.
El brillante hiptorial de su innato y sincero galleguismo es garan
t?a cierta de que ha de dar nuevos d?as de gloria a su nombre y nuevas
pruebas de cari?o a su tierra y a los hijos de su tierra, que tienen'
puestas en ?l, a la hora presente, sus m?s fundadas esperanzas. Cono
cedor de nuestras gentes, que son las suyas, es seguro que el ?ngel
tutelar del acierto habr? de inspirarle siempre, porque as? lo hacen
suponer las relevantes dotes a que debe su exaltaci?n arzobispal.
Poeta, pol?grafo, matem?tico, erudito, te?logo, literato, gran pro
sista, poseedor de varios idiomas, maestro en todas las ciencias, perso
nificaci?n de todas las virtudes, diestro en todas las disciplinas, pen
samiento abierto a todas las manifestaciones culturales, cerebro apto
para todas las luminosidades del entendimiento, alma saturada de todas
las bondades, no es tan s?lo el Sr. Lago Gonz?lez una gloria tudense:
es una de las m?s puras glorias de Galicia, como es tambi?n una de
las m?s sobresalientes figuras del episcopado espa?ol.
Como gallegos, nos sentimos justamente orgullosos y noblemente
envanecidos de este hist?rico acontecimiento que nos llena el coraz?n
de j?bilo y nos satura el alma de esperanzas, porque tenemos por se
guro que en la ardua misi?n pastoral a que viene llamado, al sentir
sobre los robust?simos hombros de su sabidur?a todo el enorme peso
de las responsabilidades morales que contrae con su pueblo, sabr? hacer
honor a su nombre y a su tierra, y podr? pensar satisfecho y compla
cido que a su alrededor, a su lado, en ?ntimo contacto de espiritual
galleguismo, como para alentarle y darle ?nimos, est?n millares de
gallegos ?la voz de la raza y el calor de la propia sangre que tienen
fe ciega en ?l y en ?l esperan y conf?an
As? fu? triunfal y apote?sica la entrada en Compostela del se?or
Lago Gonz?lez, que llega a su archidi?cesis en horas solemnes y trans
cendentales. \ al ver aquel hormiguero humano, aquella inmensa
muchedumbre, que se apretujaba en las t?picas ruas para presenciar,