88 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
flan de sus r?pidos bajeles; atraviesan el gran abismo marino
por permiso especial de Poseid?n, el que sacude la tierra, a la
velocidad del pensamiento?. Se trata de una talassocracia con
enorme superioridad t?cnica y desmedido orgullo, una especie
de Inglaterra victoriana, un sue?o o ensue?o, visi?n de poeta,
?acaso una extra?a supervivencia mic?nica, como pensaba Wal
ter Leaf, el helenistabanquero? En VI 199206 la gentil Nau
sicaa ha reprendido a las sirvientas de bellos rizos: ?Venid
ac? ?A d?nde escap?is por ver a un hombre? ?Cre?is acaso
que sea un enemigo? No hay ni habr? mortal terrible que lleve
el desastre a la tierra de los Feacios ??tan gratos somos a los
dioses! ?? como me dec?a con sarcasmo un colega de la Uni
versidad de Londres, cuando est?bamos contemplando un in
tenso bombardeo .desde una terraza, y en VII 203, lo confirma
Alk?noo.
El h?roe es acogido y festejado, y est? asegurado su retorno,
pues declara ?la fuerza y santidad? de Alk?noo Menteaguda
?aun antes de saber de qui?n se trata, ?hablaremos ma?ana ?
de tu env?o. Quisiera que nuestro cuidado evitara al hu?sped
pena y fatiga, que regrese de una vez y de buen humor, aunque
vaya lejos, sin sufrir en el viaje, ni desprecio ni molestia, hasta
desembarcar en su tierra natal? (VII 191196). Despu?s del yan
tar canta el aedo Dem?doco ??el que place al pueblo??. Entra
el heraldo ?onduciendo al ciego artista, el cantor que compone
su propio texto, no el rapsoda que ha aprendido textos de otros
(BeethovenBrahms). A Dem?doco lo reverencia todo el pueblo,
y no es imposible que el poeta haya utilizado datos observados,
no ciertamente tradicionales y formularios, en su magistral evo
caci?n del cantor ciego (?acaso Homero fue ciego en su vejez
cuando acaso compuso la Odisea, como lo supone .la tradici?n?),
cuyo arte, sin embargo, se manifiesta en composiciones cortas y
no en vastos cantares ?picos. Ahora se sienta en medio de los
grandes de Feacia y Odiseus le ofrece por el heraldo la mejor
came con su grasa, pues quiere obsequiar al que ?todos deben
estima y respeto, pues de la misma Musa aprende su poes?a, la
Musa que ama la raza de los cantorespoetas... Yo entre todos
te reverencio, Dem?doco, porque la hija de Zeus, la Musa, fue
tu maestra y acaso el mismo Apolo. Cuando cantas de manera
tan consumada la suerte de los Aqueos, ?es que los has visto