86 BOLETfN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
el representante de las brutales fuerzas naturales, la tempestad
marina, los corceles demon?acos, causa de los terremotos, padre
del monstruo Polifemo, carente de las cualidades civilizadoras,
carism?ticas de los dioses modernos (Zeus, Atene, Apolo). Es
inrnensamente viejo. En el Peloponeso Hippios se une a una
diosa con cabeza de yegua. Todav?a Jenofonte nos cuenta que
el ej?rcito espartano enton? un c?ntico a Poseid?n, un exorcis
mo, al ocurrir un terremoto durante una marcha, de manera que
esta creencia persisti? en la ?poca cl?sica.
Y frente a estas fuerzas prehist?ricas, lo humano en su for
ma m?s deliciosa, una primaveral muchacha, princesa por m?s
serias, que est? lavando ropa en compa??a de sus doncellas de
bellos rizos, con miras a su posible y pr?ximo enlace: Nausicaa,
la hija del rey de los Feacios, Alk?noo ??mente aguda?? y de
Aret?, su hermana y consorte (VII 455). Adelant?monos a de
cir que no se conocen antecedentes en la materia ?pica para esta
radiante figura, y no es exageraci?n afirmar que aqu?, aunque
no s?lo aqu?, topamos con una libre creaci?n del poeta, de Ho
mero, independiente de la materia tradicional. La diosa de bri
llantes ojos (glaukopis) de madrugada hab?a penetrado en la
estancia de la joven, ?como un respiro, una exhalaci?n?, hasta
el mismo lecho, en forma de su querida amiga, la hija de Di
mas, el famoso armador, como si dij?ramos una Mademoiselle
Niarchos u Onassis. ??C?mo puedes dormir y dejar tu ropa
sirl lavar!...? La princesa pide al rey, a su querido pap?, ?Pappa
phil?, un carro, carga la ropa que traen sus servidoras y amigas,
que no esclavas, y abundante refrigerio por orden de su madre.
la reina. Marchan alegremente a los lavaderos, en la t?esemboca
dura del r?o, donde el divino Odiseus hab?a arribado y, habien
do vig?rosamente pisado la ropa para limpiarla, ?n las cristalinas
cascadas que all? abundan, la extienden las j?venes y despu?s
del yantar juegan a la pelota, y ella, N?usicaa, ?como la diosa
del arco, Artemis, corre por el alt?simo Ta?geto, o juega en el
Er?manto entre los jabal?s y los veloces ciervos y las ninfas
agrestes, y el coraz?n de Leto, su divina madre, se ensancha al
contemplar a su hija, cuya frente y cabeza los domina, as? se
distingu?a esta doncella, libre a?n? (Od. V 99109). Circe, Ca
lipso ?Nausicaa?, bruja, ninfa prehist?rica, impura y ego?sta
que quiere condenar a Ulises a la inmortalidad, la mayor de las