234 Dolettn de la Real Academia Gallega
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y ornato y orgullo de nuestra Instituci?n, la cual se ha honrado expre
sando sus sentimientos de gratitud al espl?ndido donante, nombr?ndole
Acad?mico de Honor.
Si el apellido Hermosilla no tuviese ya en la Coru?a un leg?timo
renombre y un preclaro abolengo, bastar?ale ese solo hecho, esa meri
toria e inolvidable donaci?n para hacerlo pasar en Galicia a la poste
ridad. Por algo lo hab?a dignificado y ennoblecido en sus tiempos la
venerable figura de aquel insigne abogado que se llam? don Eduardo
Hermosilla, que fu? gloria del foro gallego y que ocup? lugar preemi
nent?simo como jurisconsulto coru??s. De esa sobresaliente persona
lidad forense era hijo nuestro inolvidable don Angel Hermosilla, cuya
muerte lamenta hoy, m?s que nadie, la Real Academia Gallega y cuyo
cad?ver, por expresa disposici?n del finado, vino 'a recibir sepul
tura en esta su querida ciudad, para dormir el eterno sue?o al
lado de los suyos. Su recuerdo perdurar? entre nosotros, que tanto le
quer?amos y admir?bamos, como uno de los m?s generosos benefactores
de nuestra Instituci?n.
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Tan pronto la Real Academia Gallega tuvo conocimiento de la
infausta noticia del fallecimiento del se?or Hermosilla, nuestro Presi
dente se?or Ponte y Blanco, en noinbre de la Junta de Gobierno, diri
gi? una sentida circular a las m?s salientes personalidades, Corpora
ciones y entidades de la poblaci?n, lo mismo que a todos los dem?s co
ru?eses y gallegos amantes de la cultura, rogando a unas y a otros que
acudiesen a acompa?ar el cad?ver a la necr?polis coru?esa, donde
reposa.
Y el pueblo de la Coru?a y las representaciones locales, presidi
das por la Real Academia Gallega, se sumaron al just?simo homenaje
de rendir el ?ltimo tributo de respeto y de cari?o a quien, como el se.
flor Hermosilla, tanto y tan sinceramente am? en silencio a su nativa
ciudad y para cuyos restos deseamos el descanso eterno.
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