$oletln de la Real Academia Gallega 129
en la cripta de Santa Cecilia, varias mesas de altar de piedra, sostenidas
por una columna (i), y en otros cementerios varias sobre dos o tres.
Otras veces hicieron aquellos primeros cristianos sus altares para
celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, de tres losas, dos verticales y una
horizontal, y en otras ocasiones de cinco, cuatro verticales y una hori
zontal, asemej?ndolos de esta manera a los sepulcros de los m?rtires so
bre los cuales celebraban repetidas veces los divinos misterios en las crip
tas, y fu? pr?ctica que consagr? con su decreto el Papa San F?lix, como
dejamos consignado ya. Tal es el altar de San Vital en San Estevan de
Bolonia, y el de los Santos Nazario y Celso levantado por Gala Placidia
en Ravena en 440. El hallado no hace mucho en Auriol, no lejos de
Marsella, consta de una sola losa cuadrada sostenida por una column.
Otros no eran cuadrados sino redondos y otros semicirculares.
No s?lo de piedra o madera o m?rmol hicieron los primeros cristia
nos sus altares. Constantino, en la basilica que edific? en Roma cuando
su conversi?n, puso siete altares de plata que pesaba cada uno doscientas
sesenta libras (2). El Papa Sixto III hizo para Santa Maria la Mayor un
altar de plata de trescientas libras de peso (3). Asi lo testifican escritores
coet?neos, como puede verse en la obra citada del Cardenal Bona, pero
bien pudieran ser esos altares de plata como son algunos de nuestros dias
en que la plata adorna diversas partes del altar, pero no excluye el ara de
piedra que todos ellos tienen (4).
Las dimensiones fueron tambi?n muy diversas, pero siempre exiguas,
si se comparan con las de los altares de nuestros d?as. Y es natural que
asi sucediese, pues sabido es que la Mis? no ha tenido siempre la exten
si?n y amplitud que vemos en nuestro tiempo. Cuando San Pedro y San
Andr?s y los dem?s Ap?stoles (5) dijeron sus primeras misas, no estaban
aim escritos ninguno de los Sagrados Evangelios, ni pod?an por consi
(r) Lo cuentan los cl?rigos de Roma en una carta a los embajadores de Francia en
Constantinopla que est? en el tomo v de los concilios: ?Sanctus Papa columnas altaris ample
xus est sed cum ille altaris columnas non dimitteret cecidit altare et columnm aliqua
fractm sunta.
(2) Rcrunu iturgicarum. L. I, cap. xx.
(3) Hay que notar que la libra romana era m?s peque?a que la nuestra, no ten?a
m?s que doce onzas.
l (4) As? to siente as?mismo Rochault Fleury en su magnifica obra La Masc. Y asi
deb?an ser conforme at decreto atribuido a San Silvestre de que fuesen todos de piedra.
(5) ?Missam temporibus apostolorum multo breviorem fuisse (constat) quam nunc sit?,
y extendi?ndose la religi?n fu? despu?s aument?ndose por los sucesores de los ap?stoles, no
porque estos fuesen mayores en piedad o saber, sino porque as? to exigian los tiempos. El
Papa Celestino a?adi? el introito; Tel?sforo, el himno ang?lico, y as? otros. Cardenal Bona.
Cap?tulo 22 del 1.1.
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