" 126 $olettn de la Real jlcademia Gallega
romano, que antes se hallar?an pueblos sin ciudades, sin murallas y sin
casas, que gentes sin dioses y sin altares (r).
De los pueblos paganos consta est? verdad en los tiempos moder
nos, por el testimonio de los misioneros, que viviendo entre ellos y ocu
p?ndose precisamente en el estudio de la religi?n, para ense?arles la cris
tiana, est?n naturalmente mejor enterados de la que practican. De los
tiempos antiguos son testigos fehacientes las innumerables aras que de
las m?s remotas edades hasta nosotros han llegado y las numerosas ins
cripciones que nos conservan los nombres de las deidades a que rindieron
culto y veneraci?n los hombres de aquellos antiguos y remotos d?as. Al
pueblo de Israel le m?nd? Dios, seg?n leemos en el Exodo (cap. 2o), que
le hiciese un altar de tierra y sobre ?l ofreciese sus holocaustos, sus car
neros y sus bueyes. Y que si le hiciese altar de piedra, fuese de piedra
que no hubiese tocado el hierro, pues si el hierro las tocase, quedar?a el
altar poluto e in?til para el sacrificio.
Despu?s, cuando le mand? construir el tabern?culo, les prescribi?
hacer un altar ?de lignis Setin?, de madera de acacia, y para que no se
destruyese al quemar las v?ctimas que?sobre di se hab?an de ofrecer, orde
n? que lo cubriese de l?minas de bronce. (Exodo, cap. 27).
En su famoso. templo, edific? Salom?n un altar de bronce de veinte
codos de latitud y veinte de longitud y diez de altura, seg?n nos cuenta
el sagrado libro de los Paralip?menos, en el vers?culo r.?, del cap?tulo
cuarto, del libro segundo (2), y siendo el codo de su templo algo mayor
que medio metro, resulta que ten?a este celebrado altar del templo de
Salom?n, donde se ofrecieron a Dios repetidas veces, numerosos y gratos
holocaustos, un poco m?s de diez metros de lado .y algo m?s de cien
metros por to tanto de superficie (3). Estas amplias dimensiones le di?
aquel famoso rey, por juzgar peque?as las medidas que para testificar su
veneraci?n a Jehovat, hab?a se?alado el pueblo de Israel. El altar del
Exodo era para un pueblo que viajaba por el desierto, y ?ste para un pue
blo que gozaba en paz de la tierra que Dios le hab?a prometido.
En el pueblo cristiano tampoco ha faltado ni faltar? jam?s, altar en
que ofrecer a Dios el sacrificio eucar?stico que instituy? Cristo Nuestro
Se?or, en la noche bendita de la Cena, que celebr? con sus disc?pulos
antes de su pasi?n adorable. El altar de aquella primera misa, aunque
? (I) Lo mismo escribi? el fil?sofo Plutarco.
(2) ?Fecit quoque altare o neum viginti cubitorum longitudinis et viginti cubitorum
latitudinis, et decem cubitorum altitudinis?.
(3) Diez metros cuadrados de superficie le da el Diclonnaire de la Bible que public?
Vigouroux, pero es sin dull equivocaci?n pues diez elevado at cuadrado son no dies sino den