I24 : BOLET?N' DE LA ACADEMIA GALLEGA
honra de su tierra y prez de su raza, bien merecen que 'en el
trance supremo de su vida lleguen al eterno m?s all? aureolados
por las justas exaltaciones de los que aqu? continuamos nuestra pa
sajera peregrinaci?n por este mundo. Porque no ha de olvidarse
que D. Eugenio Carr? fu? de los selectos, porque era de los pre
destinados; y las materialidades de la vida que a todos nos asedian,
si alguna vez han pretendido llegar hasta ?l, no han logrado m?s
que fortalecer su esp?ritu superior. Era personalmente modesto,
por lo mismo que era concienzudamente docto. Su innata senci
llez contrastaba con su s?lida erudici?n. Por encima de su' llaneza
proverbial, sobresal?a la realidad de su alto valimiento. Por est?
era querido, y por eso era respetado. Se le admiraba en Galicia,
como se le admiraba y s? le encumbraba en Espa?a y en el ex
tranjero. Pudo ser un comerciante enriquecido, y prefiri? ser un
hombre de letras y de estudios, aun sabiendo que las letras, si a
veces dan honores, no suelen dar dinero por estas latitudes a quie
nes con ?xito las cultivan como ?l las cultiv?.
Quisi?ramos exteriorizar en estas l?neas todo el afecto cordial,
hondo y sincero que nuestro compa?ero inolvidable nos inspira
ba; .y dese?ramos vaciar en ellas toda la inmensa pesadumbre que
nos produce la desaparici?n definitiva de estos hombres represen
tativos que. se han consagrado por entero al enaltecimiento de la
Tierra y a la dignificaci?n de la Raza.
Si el ejemplo de Carr? luchador y trabajador nos sirviese ?
todos de ense?anza para juntarle, rendir?amos a su memoria el
homenaje que le ser?a m?s acepto, porque cumplir?amos a con
ciencia nuestro deber de gallegos, y contribuir?amos a formar la
nueva Galicia anhelada, due?a de si misma y pr?spera en sus futu
ros destinos, que esos fueron los ideales generosos del querido com
pa?ero que se fu? a vivir la vida de la eternidad.
ELADIO RODR?GUEZ GONZ?LEZ.
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