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temores, aparentaba una fortaleza que en su interior comprend?a eran
los ?ltimos resplandores de una luz que se apaga.
ePoco tiempo antes, como quien une en santo amor la memoria
?y los afectos pasados, quiso que se cantase una misa por todos ellos
?en aquella iglesia solitaria ?ella tambi?n ejemplo de lo pasajero de
?las grandezas humanas? y all? fu? a oirla. Yo la vi marchar rodeada
?de todos sus hijos, por la via inundada de sol, de paz y de la hermo
?sura de que est?n llenos los campos, que am? como si la hubieran
?tocado en herencia. Al salir del templo bes? una sepultura y con ella
?cuantas en el atrio encerraban algo suyo, y entr? despu?s en su casa,
?contenta porque habia orado por los que ten?an en su coraz?n, y eran
?de su sangre, derecho a una plegaria? (1).
Hermosa y delicadisima emanaci?n de un alma pura y cristiana.
Qui?n sabe, quiz?s, si aquella misa de difuntos era a l? vez el propio
funeral de Rosalie, que quiso fuese celebrado en vidal
XXI
Tras un verano Ileno de fugiti vas esperanzas, los temores de una
pr?xima y temida separaci?n se acentuaron; separaci?n no por espe
rada m?s cre?da.
En aquellos d?as de dol?rosa prueba, ya no pudo la infortun?da
Rosalia ocultar a los suyos que ella se sent?a morir. El secreto tanto
tiempo guardado lo confesaba ahora. Aquella alma fuerte en su misma
debilidad f?sica, y heroica hasta el extremo, se rend?a.
?En ocasiones, hasta ella misma, cansada de sufrir, esperaba un
?milagro. Habi?ndose visto tantas veces al pie del sepulcro, esperaba
?una vez m?s escapar al peligro, que el Cielo no podia herir tan cruel
?mente a los.que quer?a con toda su alma y cuya separaci?n ve?a tan
?cercana? (2).
Desgraciadamente el milagro no vino. Ni la estancia en aquellos
lugares tan amados, donde por varias veces renaciera a la vida, ni el
caritio y cuidado de los suyos, pod?an prolongar la vida de quien tanto
y tanto amaba a su tierra, y a los que eran carne de su .carne y huesos
de sus huesos.
at cruzar por Pontevedra, hubo de interrogarle uno de sus amigos sobre los rumores que
corrian acerca del estado precario de la salud de Rosal?a, a la que aqu?l acababa de dejar sin
que se notase la menor alteraci6n en su estado normal, delicado s?, pero no alarmante.
(r) MuaGufe. Pr?logo de En las orillas del Sar. Madrid, 1909, p?ginas 22 y 23.
(2) MURGUfa. Pr6logo citado, p?gina 28.