Doletln de la Real Academia Gallega 133
empezado en Santiago y cuyas primicias hab?an disfrutado los lectores
do Am?rica, porque muchas de sus composiciones fueron publicadas,
precedidas de calurosos elogios, por Manuel Barros, on su peri?dico
La Naci?n Espanola, de Buenos Aires (1), en 1880.
XIX
Desde las ventanas de su casa vela Rosal?a .el aliso y los olivos
'quo sombreaban el cementerio, donde, en la paz del Se?or, descan
2saban confundidos siervos y sefloress.
Por ellos dirig?a sus oraciones y recuerdos ?bien ajena, por
?cierto, en que presto hallar?a sill transitoria sepulturas, ella que la ,
deseaba eterna en aquellos lugares tan amados y en aquel Cementerio
da Adina. Atuel
Simiterio encantador,
c'os seus olivos escuros
de vella recordaci?n (2).
De all?, de aquel ?ltimo refugio y de aquella paz tan deseada por
su alma dulce y resignada, hab?a de ir a arrancarla en santa peregri
naci?n el amor de todo un pueblo, que no encontr? lugar m?s ade=
cuado para guardar tan venerandos restos que las majestuosas naves
de la g?tica iglesia de Santo Domingo, de Santiago, en la que, y por
suscripci?n? nacional, se construy? un art?stico y severo mausoleo.
? XX V
Oon su libro de poes?as castellanas, ese maravilloso y aun no bien
comprendido tesoro de poes?a l?rica, En las orillas del Sar (1884), cie
rra su labor literaria la insigne poetisa. Canto del cisne, da rula de ?
Galicia, nunca sera bastante admirada esa rica presea de la literatura
castellana, que hace del poeta gallego uno de los m?s grandes, sino el
m?s grande di todos, del Parnaso castellano en el siglo xix.
Rosal?a se sent?a morir. Vela que las fuerzas la abandonaban
poco a poco, y queriendo fingir a los suyos (3), llenos de ansiedad y
(r) Este distinguido gallego, natural de Padr?n, se Ilamaba Manuel V?zquez Castro,
adoptando el pseud?nimo de Manuel Barros. Hicieron su estudio M. CASTRO LOPEZ en El Eco
de Galicia, de Buenos Aires (Octubre 1894) y J. Novo en el libro Por Galicia, volumen de la
?Biblioteca Gallega.. Coru?a,1896.
(2) Folks Novas, segunda edici?n. Madrid, 191o, p?gina 104.
(3) Enferma hac?a tiempo, tan oculto lo ten?a, que ni aun la m?s ligera sospecha abri
gaba su familia. JGzguese cual no ser?a la sorpresa de su esposo cuando, en uno de sus viajes