132 Doletin de la Real Academia Gallega
llnfortunada Rosal?a! Para que todo en vida y en muerte le fuese
contrario, andan ahora muchos de los que viviendo, si no la comba
t?an hicieron el silencio en torno de su obra (1), ahondando, bajo capa
de alabanzas y reivindicaciones, en lo ?ntimo de la vida de la insigne
poeta. Hip?critamente, y como si pudiera ocultarse el impulso hostil
que 1os mueve, nos presentan como para mayor gloria de Rosal?a,
amarguras y tristezas, reales o supuestas, del hogar, cual si para au
mento de las grandezas de tan notable gallega fuera preciso algo m?s
que sus versos, y quieren, con sus rebuscos en las miserias de la vida,
anular su personalidad literaria ante su personalidad como mujer.
?
XVIII
Despu?s de la segunda edici?n de los Cantares, regres? a la amada
tierra, viviendo en la Corufia en uni?n de su esposo, entonces jefe del
Archivo de Galicia, hasta 1875. Durante su residencia en esta ciudad
termin? el original de su nueva obra Follas Novas, comenzada en
Simancas.
En 1875 traslad?se el matrimonio a Santiago, y de paso para las
aguas de Cuntis, los temores de un pr?ximo alumbramiento le obli
garon a hacer un alto en el camino, deteni?ndose en Lestrove.
Cuando Murgu?a fu? a encargarse de la direcci?n de La Ilustraci?n
Gallega y Asturiana (1879.1882), volvi? otra vez a Lestrove, donde
vivid durante dos a?os en la casa se?orial de sus parientes los Her
mida de Castro, para atender al cuidado y desarrollo f?sico de los hijos,
cuyo n?mero hab?a aumentado.
En este interregno public? en 1880, editado por Alejandro Chao,
de la Propaganda Literaria de Is Habana, su nuevo volumen Follas
Novas, cuyo ?xito no fu? menor que el de Cantares, y que fu? el com
plemento y t?rmino de la obra gallega del exeelso poeta.
De Lestrove, donde anteriormente, y en sus estancias en Comfit(
y Santiago, hab?a ido varios a?os a pasar la estaci?n veraniega, se
traslad? a la Matanza (a orillas de la v?a f?rrea), en cuyos lugares de
b?a de terminar su maravilloso libro En las orillas del Sar, que ten?a
(I) Esos, ah?ra, cuando el recuerdo y devoci?n a la gran cantora, est? vivo en todo
corazbn gallego, creen hacernos olvidar, como si el pueblo careciese de memoria, que ellos
fueron quienes trataron, vanamente, de borrar por completo su nombre de entre los suyos.
Dan a entender que a ellos es debido el que se haga la justicia debida a la excelsa poetisa y
que, gracias a su labor, ha Ilegado la hora de la reparaci?n para aquella que jam?s, ni por un
momento, fu? olvidada pot todos los buenos hijos de esta tierra.