Doleitn :de l a'Real 34cademia Gallega 9,
con las m?s vistosas flores de' la literatura y los m?s sazonados frutos
de la ciencia; vida consagrada ? la amistad, ? la familia; ? la religi?n,
? la patria, al estudio, ? la poes?a: vida de lucha, de nobles hechos y
de generosos sacrificios, aquella vida fu? prematuramente coronada
con una muerte ejemplar. Como se dice en la dedicatoria de sus obras
? la juventud espa?ola, ?probado por la enfermedad y el dolor, muri?
sin envejecer, y muri? pobre.? ?Qu? mejor epitafio para su tumba!
Pero, para conocer por completo ? los grandes hombres, es preciso
contemplarlos en la intimidad de la familia, despojados del coturno
con que suelen presentarse en la escena del mundo. ?Cu?nta luz no
han arrojado sobre el car?cter de algunos personajes sus cartas familia
res, y cu?ntas veces han servido ?stas de piedra de toque, para aquila
tar sus talentos y sus virtudes! Yo poseo una, aut?grafa ? in?dita, d?
nuestro Pastor D?az, carta hermos?sima, fechada en Sevilla el 6 de
Marzo de 1848, y dirigida ? su madre. En ella le refiere con sencillez'
? ingenuidad encantadoras la vida que all? hace; lo bien que le prueba
Sevilla; lo que piensa, lo que siente, lo que anhela. Parece la carta de
un enamorado, que se complace en derramar sobre el papel los tesoros
de cari?o que rebosan de su coraz?n. Pero, en medio de las m?s tiernas
y joviales expansiones de amor filial, ved qu? pensamientos tan altos,
qu? consideraciones tan profundas.
Aludiendo ? la revoluci?n, que bramaba desencadenada por. Euro
. pa: ?Mam? querida, le dice, la considero ? V. muy afectada por los
tremendos acontecimientos que presenciamos. Pero es preciso no afee
tarse demasiado, y no anticipar los tiempos. Esas grandes cosas las
permite Dios, y ?l sabe por qu?. El hombre introduce un poco de agua
en diques, ? en canales; pero cuando la marea sube, ? el Nilo se des
borda, es Dios el que la empuja, y ? nadie es dado ni detenerla, ni re
trasar su hora. Si hace las mareas de las aguas ?c?mo no ser?n suyas
las mareas de los esp?ritus??. Y habl?ndole de una excursi?n que hizo
? las ruinas de It?lica. ??Ni ruinas son ya siquiera! exclama. ?Hasta
los escombros se acaban! Ahora hay all? olivares magn?ficos. Antes
aquel suelo produc?a emperadores, hoy produce aceitunas;? pensamien
to que informa la composici?n que improvis?, al contemplar aquellos
campos de soledad, mustio collado. Suele decirse que no hay hombre
grande para su ayuda de c?mara. Yo tengo la seguridad de que Nico
medes Pastor D?az no dej? de serlo para el suyo. Sus virtudes privadas
estuvieron ? la altura de sus virtudes p?blicas, y si con las unas embal
sam? el ambiente de su hogar, atrayendo sobre s? las bendiciones de
los suyos, con las otras prest? grandes servicios ? su patria, haci?ndose