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$oletfn de la Real Academia Galle ga 7
bien a las claras que la Orden de los Predicadores no perdi? en la
substituci?n. Pudo, pues, con raz?n, escribir el P. Lemos al frente
de su relato de las controversias: ?Todas estas disputas acerca de
los auxilios de la Divina gracia, las he sostenido yo, Fr. Tom?s de
Lemos, ayudado de la misma gracia, contra varios (Padres) de la
Compa??a de Jes?s,? etc.
De c?mo se port? e1 P. Lemos en estas discusiones no hay para
qu? hablar; pues en el ?nimo de todos est? que lo hizo de manera
brillant?sima, bien sobre toda ponderaci?n. Con decir que hasta
San Gregorio, de la misma ciudad vallisoletana, donde era Rector por el
afo 1595. ` /Es. pues, veros?mil que un` hombre de sus condiciones ne
cesitase tanto tiempo para preparar una materia que le era tan familiar?
La Concordia del P. Molina vi? la luz en 1588; su publicaci?n le suscit'?
grandes adversaries entre los dominicos, y precisamente ode Valladolid
y Salamanca dec?a en su tiempo el P. Arr?bal?, es de donde han salido
los adversarios de Molina? Ahora bien, el P. Lemos, que tan ?.altos car
gos ocup?, y tanto brill.? en Valladolid en el ?ltimo decenio del siglo xvr,
?no'habfa le?do y rele?do una obra tan ruidosa como era la Concordia del
P. Molina? No la habr?a comentado, impugnado y triturado en las ?au
, las de San Pablo y, sobre todo, en las de San Gregorio, donde hac?a sus
estudios la flor y nata de la juventud dominicana? /,No nos dicen los
bi?grafos del P. Lemos que, estando de profesor en Valladolid, combati?
ardientemente el libro de Molina, como B?fiez lo hizo en Salamanca? Y
i si lo combati?, /,es posible le desconociese? Y si lo conoc?a, ba qu? pedir
tanto tiempo para prepararse a impugnarla? El Cap?tulo general de la
Orden Dominia ln N?s, e, admirado la compe
tencia que ostent?can ei P.ebrado Lemose disert?polendo sobnre la Gracia, le de di? la comi
si?n de que fuese a Roma a sostener en compa??a del P. Alvarez la
causa de su Orden. ce bCabe, pues, imaginar que u1600n.a Relii?n tan sabia y
tan abundante ?en consumados te?logos, enviase per su representante a
unas disputas tan solemnes a un te?logo que necesitaba tres meses ]l
a disponerse a entrar en Clemen man
In primera disputa que, desde la siguiente sesi?n, el P. Lemos representase
oomomedi? te?logparo a la Orden de Predicadorescombate? en lugar del te P. VIII Alvarez. d? Y seen
mejante distinci?n l,no es sefial evidente de quo el Sumo Pont?fice le cre?a
capacitado para aquel honor?fico cargo y de que ve?n en ?l altas prendas
para preferirle a un te?logo tan maravilloso cual era el P. Alvarez? Pero
hay m?s todavia: el P. Lemos actu? como te?logo de los dominicos en
I compa?fa del P. Alvarez en las Congreqaciones episcopales de Auxiliis.
Ahora bien, l,qui?n no sabe pie las Con;ryregaciones episcopales ten?an et
mismo objeto que las papales, a saber: el examen del libro de Mdlin,a?
Por consiguiente, la explicaci?n dada (por los citado)Padres) de la de
mora que hubo entre In primera y segunda disputa de las Congregaciones
jpapales de Auxil?s es rid?cula y carece de todo fundamento. iQu? dir?n
I de semejante explicaci?n los hermanos de h?bito del P. Lemos?
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