394 BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
Para las mansiones de las r?as, no es as? el aspecto de for
taleza que est? invocado.
En El tesoro de Gast?n la residencia ados?d? al castillo ro
mancesco imaginado por la autora no data sino del siglo XVIII
y dos columnas corintias encuadran su entrada (8).
Gaspar de Montenegro, en La Sirena Negra, precisa con res
pecto a eso:
?antes la casa me parec?a enorme, ahora veo que
no es muy amplia; const?, " como la mayor parte de
estas construcciones del sigl?' 'XVII, viviendas de
hidalgos, poderosos, que quiz? solo las habitan en
la ?poca de la recolecci?n o de la vendimia, de una
torre, y un cuerpo de edificio; la torre nada som
br?a, nada feudal, se corona de inofensivas almenas
picudas? (9).
En fin, la hermosa mansi?n de ?Alborada? de'granito blanco,
sufre las ?ltimas modificaciones puesto que la novela de La Qui
mera finaliza con la' terminaci?n de la torre de levante.
En la elecci?n de la autora se acusa, pues,' una evoluci?n para
el marco de la vida de los protagonistas. Las formas pesadas
del pazo han dej?do lugar a una arquitectura atrevida. Sin em .
bargo, conviene ` advertir que el pazo de Ulloa del cual la Pardo
Baz?n quiere darnos el aspecto de decadencia, est? presentado
de una manera m?s grandiosa de lo que son en realidad los
?pazos? de las orillas del Arenteiro; ornando esta morada de un
claustro bajo, la Condesa lo hace imponerite, y el contraste no
es sino m?s sorprendente con su estado de deterioro.
Es en la obra donde el lector puede creer m?s en la auten
ticidad de la descripci?n que do?a Emilia ha inventado (lo).
Del mismo modo que las residencias de las monta?as y de
las r?as tienen arquitecturas diferentes, los procedimientos de
descripci?n han cambiado; estos ?ltimos no han sido descritos
en todos sus detalles.
(s) Ag., t. II, p. 632.
(9) Ag., t. II, p. 1.053.
(io) Son raras las mansiones de la provincia de Orense fotografiadas
en la revista ?Los Pazos Gallegos? que poseen un claustro.