Doletfn de la 'Real Academia Gallega ?gi
le ocurri? ? mi hija preguntarme si prefer?a apagase el del centro ? los
otros tres. Ella ve?a naturalmente,; que la intens]dad del `'primero era
pr?ximamente la suma de las intensidades.de los otros, pero dudaba,
respecto ? la m?s conveniente elecci?n, ? causa de las diferentes.situa=
cioues. Yo comprend? que la respuesta no era inmediata, ni mucho
menos, y me dispuse ? resolver el problema aplicando las leyes de la
?ptica, y atac?ndolo, (?sto era iudispe'sable) con los medios que propor
ciona la parte elevada de la Matem?tica. Llegu? ? estudiar por completo
la forma que deb?a afectar la mesa para que fuere indiferente alum
brarse por el foco del centro ? los tres de los v?rtices, obtuve una curva
interesante, acogieron con benepl?cito mi trabajo varios ge?metras ex
tranjeros, que se apresuraron ? buscar nuevas propiedades, y yo lo
consider? apropiado para presentarlo como Memoria reglamentaria ? la
Academia de Ciencias de Madrid. La dicha curva tiene una forma algo
parecida ? la del tr?bol, y la filiaci?n que le d? la ciencia en su tecni
cismo es:
Cu?rtica de clase 12 y g?nero 3, bitangente ? la recta del infinito en
los puntos c?clicos, con 24 puntos de inflexi?n y 28 tangentes dobles.
Es, indudablemente, 'agradable al matem?tico hacer aplicaci?n de
su ciencia al descubrimiento de hechos del mundo f?sico y ver que I?
realidad comprueba las previsiones te?ricas. Se concibe bien, por ejem
plo, la emoci?n que sentir?a Leverrier al descubrir teorie?niente el pla
neta Neptuno y, ver que el telescopio manejado por Gall da f? cumpli
da de la afirmaci?n del sabio franc?s; pero tambi?n tiene una grandeza
incomparable, el caminar por senderos abstractos y ajenos por com
pleto ? toda realidad objetiva, sin preocuparse por consiguiente, de la
existencia, ? no, de las entidades que su imaginaci?n crea, pero que
constituyen, no obstante, una edificaci?n completamente l?gica, apoy?n
dose en premisas que forman los cimientos del edificio. S?rvame, como
ejemplo, la doctrina del hiperespacio: suponed que un ser racional est?
constre?ido ? moverse desde su nacimiento sobre una l?nea recta, un
tubo capilar, una especie de t?nel cil?ndrico de peque??simo di?metro;
si, como parece l?gico suponer, las nociones fundamentales de espacio,
forma etc., las tomamos de la experiencia (yo creo que tambi?n las ad
quirimos, hasta cierto punto, por una especie de ley de herencia; pero,
de todos modos, estamos en el terreno de una hip?tesis), para ese ser, no
existir?an las ideas de arriba, abajo, derecha, izquierda.... y claro est?,
que ese diminuto ente, ese punto inteligente, afirmar?a que el espacio
s?lo tiene una dimensi?n, y la. geometr?a que idease, ser?a la de la l?nea
recta. Ampliemos las facultades de ese ser hipot?tico y dej?mosle rodar