32 ? ijoletin de la Real 51cademia Gallega
traer?n ' a ella el fausto, la alegr?a de las fiestas, ? cuyo recuerdo no se
borrra de las almas felices.
Pero ayer humilde, hoy feliz, tiene Cortegada su historia, y por lo
tanto su voz en el pasado. Puede decir con orgullo que no ser? ahora
la primera vez que alberga un rey bajo sus cielos y ve levantar las tien
das del soldado en medio de sus campos. Ciertamente que hoy no es
posible decir, tal d?a, a tal hora arribaron a estas playas los barcos nor
mandos; que un wiking, cuyo nombre se confunde en la memoria de
los hombres, con el de los que le sucedieron en el de las expediciones a
Galicia, busc? en ella un momento de descanso para aquellos guerreros
cuya presencia anunciaban el humo y las llamas, y la espada terminaba
su obra de exterminio (i). Mas es lo cierto que siempre que arribaban
a aquellos lugares, esperaban ansiosos la hora de marchar hacia la ciu
dad del Ap?stol, cuyas riquezas era incentivo de su nativa codicia. Ya
Gudroed, que seg?n las cr?nicas se detuvo tres a?os en nuestro pa?s (2),
ya el santo y valeroso Olaf, ya Ulf, a quien dieron los suyos el sobre
nombre de El Gallego, !tanto castig? esta tierra! escogieron la isla de
Cortegada como lugar de descanso y estrat?gico a la vez para empren
der desde ella sus expediciones al interior de Galicia, para dejar a su
abrigo las naves a que hab?an de recogerse.
No debernos extra?arlo. Los normandos, que en sus innumerables
expediciones no buscaban m?s que el combate y su bot?n, atacaron en
Galicia aquellos lugares que le ofrec?an m?s abundante. Vi?les arribar
la primera la Coru?a, en donde fueron batidos y deshechos (3). Y cuan
do la ciudad del Ap?stol se les present? por su nombrad?a y riquezas
como punto que estaba a merced de su espada, all? se fueron en su
(i) Los normandos sol?an, como es sabido, ocupar las islas cercanas al litoral de los
mares porque navegaban, pues las miraban, y era justo, como ?nico lugar seguro para su repo
so y defensa. La situaci?n de la de Cortegada no pod?a serles m?s favorable. Ocupado Carril,
se hallaba doblemente defendida la isla, a la cual pod?an arribar con la mayor facilidad y re
chazar los ataques de que pudieran ser v?ctimas. Ninguna otra como ella m?s cercana a tierra
y m?s conveniente para verificar con la mayor facilidad las expediciones a Santiago.
(2) Hay quien afirma que estuvo seis a?os en Galicia, quien que tres y es lo aceptado
generalmente, por m?s que el P. Fl?rez dice que uno tan s?lo.
(3) No se sabe el nombre del jefe que atac? la Coru?a en 844. Tampoco se conoce
el del que mandaba la expedici?n que derrot? el conde de Galicia, Pedro, en 859. Ni siquiera
donde tuvo lugar el encuentro. De lo que no cabe duda es de que desde este tiempo, m?s o
menos importantes, fueron numerosas las expediciones que los normandos dirigieron contra
Galicia; que cuando estos ?ltimos asaltaban, al paso para Portugal y Andaluc?a, los campos y
poblaciones cercanas al mar, no era tanto el estrago como si se dirig?an al interior del pa?s.
Desde un principio marchaban hacia las ciudades episcopales para saquearlas, pero bien
pronto prefirieron caer sobre Santiago, como si no conociesen otra cosa en 7acobsland, esto
es, en tierra de Santiago, como llaman los sagas a Galicia,