EMILIA PARDO BAZ?N Y EL REGIONALISMO GALLEGO 59
Relatando ?stas actividades de Goros, la Pardo Baz?n saca a
luz la vida particular del cura gallego: tal cual un labriego debe
asegurar su subsistencia y puede asimismo hacerse propietario
y hasta dedicarse a especulaciones. Los cuidados materiales del
sacerdote gallego convierten al hombre de Dios en un compe
tidor del labrador, su igual desde el punto de vista social.
?Goros sigui? la pista al dinero del cura, a los
feligreses morosos en el pago de los derechos, a los
pr?stamos sin inter?s" 2.
Para presentar al cura gallego de manera viviente, la condesa
nos descubre la actitud sat?rica de los campesinos relativa a
ellos en La Madre Naturaleza. Goros sabe de memoria todas las
historias que se cuentan entre curas y gobernantes:
"Cuantas an?cdotas saladas, coplas verdes, chas
carrillos que arden en un candil, corren y se repiten
en molinos, "fiadas" y deshojas, al amor de la lum
bre por este pueblo gallego que posee el instinto de
la s?tira obscena y del contraste humor?stico entre
las profesiones consagradas al ideal y las ca?das y
extrav?os de la naturaleza".
La situaci?n del sacerdote como la actitud burlesca del cam
pesino con respecto a aqu?l hacen dif?cil su prestigio espiritual...
La Pardo Baz?n, por lo dem?s, se complace en pintarnos la
mentalidad de los curas campesinos por oposici?n a la idea que
nosotros nos hacemos del hombre de Dios.
De todos los sacerdotes que se ponen en escena en Los Pazos
de Ulloa, solamente el capell?n Juli?n, a quien volvemos a ha
llar como abad de la parroquia de Ulloa en La Madre Natura
leza, es un hombre devoto y hasta m?stico. Pero Juli?n precisa
mente aparece como una excepci?n. No llega a adaptarse en ese
medio rudo de sacerdotes aldeanos y su mentalidad no est?
presentada como espec?ficamente gallega. Es, por el contrario,
uno de esos j?venes cuya educaci?n refinada y la calma ponen
al abrigo de los pecados.
Ag., t. I, p. 411.
' Ag., t. I, p. 411.