$ole?n de la Real flcademi? Gallega 105
tanta miseria, exig? m?s velas. A la misa parroquial no se daba m?s
toque de campanas que para una rnisa particular. Encargu? al campa
nero que diera el mismo repique ? 'serial que daban en las dem?s pa
rroquias de la poblaci?n, y ? la media hora de hacerlo as?, ya estaban
dos can?nigos amenaz?ndole con la cesant?a de eampanero si rep?t?a la
extralimitaci?n, porque (le dec?an los conminantes) ??la parroquia no
tiene campanas?liL
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?Qui?n hab?a de decir ? los curas Rui Migueles y su albacea y
sucesor Fernando Rodriguez que estaban rebajando, aniquilando su
amada parroquia con aquello mismo con que tanto se propon?an enal
tecerla!
Verdad es que tam??o error, aun cuando en su comisi?n entrase
por algo la sutil vanidad, debe de estar expiado'p?r el prolongado os
tracismo que sufri? el sepulcro, gracias al retabluco de la Visitaci?n
que parece haber sido levantado de prop?sito para borrar ? ocultar la
memoria del cura que hab?a convertido su parroquia en Colegiata.
{ Consignemos tambi?n, en descargo del Sr. Migueles,' que no fu?
?l solo ? enga?arse ? equivocarse en esta materia. Otros muchos si
guieron el mismo sisterna de unir ? encomendar curatos ? cabildos ?
corporaciones, y todos obtuvieron el mismo desastroso resultado. Los
cabildos com?an los bienes y rentas del curato; pero la cura de almas y
culto parroquial los encomendaban ? un mercenario ? vicario, que ve'
getaba en la mayor pobreza y abandono.
A este prop?sito recuerdo un caso ocurrido en Orense ya muy en
trado el siglo xix. Una ma?anita de Marzo entr? en la Catedral un sa
cerdote dispuesto ? celebrar misa en la monumental basilica. Al efecto,
despu?s de orar un rato frente al altar mayor, dirigi?se ? la sacrist?a; y
despu?s de cuchichear con un monaguillo, revisti?se con las mejores
vestiduras que hab?a sobre la cajoner?a, tom? en sus manos el c?liz m?s
lucido y.all? se fu? ? misar como si fuera un can?nigo. Terminada la
Santa Misa, cogi? el c?liz y se retir? ?n actitud de regresar ? la sacrist?a
? deponer c?liz y vestimenta; pero, en el camino, y sin que el mona
guillo (que marchaba ' delante) lo notase, nuestro misante escurri?se
hacia la puerta lateral del Sur (que sale ? la plazuela del riaarigo). All?
esper?bale un mocet?n con un caballejo y una capa al hombro, junto
un asiento. El cura, revestido como estaba, subl'?se al asiento y del
asiento salt? sobre el caballo. El mozo tendi?le la capa sobre los horn
,