jolettn de la Real Academia` Gallega 133
gozaban de la confianza del p?blico, no faltaban algunos en quienes
se reconoc?an ? los perniciosos efectos que introdujo la mal entendida
filosof?a al abrigo de una indefinida libertad , madre leg?tima de la
disoluci?n de costumbres e ideas sistem?ticas y muy subversivas ?.
Ya se adivina que uno de esos pocos catedr?ticos inficionados por
las doctrinas perniciosas, era Font?n, de qui?n el Alcalde afirma que
? desentendi?ndose de su deber primitivo y del aprecio que de ?l se
hizo para ponerle al frente de la ense?anza p?blica, crey?ndole de ello
digno, no hace m?s que poner al borde del precipicio a la inocente
juventud, no ignorando que su aula es la primera aduana de la admi
nistraci?n general de las ciencias de toda 'la Monarqu?a ?. En esa aula,
pintorescamente calificada de aduana por Leys, lejos de encontrar los
j?venes ?un paso suave, halag?e?o y dulce ?, tropezaban con un ca
r?cter ? duro, acre, exaltado, lleno de furor y enemigo de la humani
? dad ?; de suerte que, a creer a nuestro Alcalde, acababan dichos j?ve
nes por aborrecer el estudio y prostituirse (as? dice Leys), ?hasta el
extremo de no querer otro destino que el de la ignorancia ?.
Refiri?ndose ` al resultado del curso, tan funesto para los ciento
ocho alumnos reprobados por Font?n, estima que tal resultado es una
prueba del esp?ritu rencoroso y vengativo de aquel profesor y de su
ineptitud para la ense?anza, o demuestra que ? los nacidos en el pre
sente siglo son incapaces de ilustraci?n alguna ? : proposici?n ?sta que
?ser?a la m?s inaudita?.
Repite la acusaci?n que ya conocemos de haber sido aprobados
los alumnos que ganaron curso, gracias a su asistencia a la pasant?a
dada por el catedr?tico; y habla del disgusto general sentido en el
pueblo al ver `cortada la carrera a ciento ocho candidatos ?, los cuales
se encontraban en la dura precisi?n de abandonar aqu?lla o pasar a
otra Universidad, pues ? ni ellos son capaces de tolerar otro a?o el
rigor extremado de un genio d?scolo, ni sus padres querr?n sacrificar
los para que sean v?ctimas de la ignorancia, furia y capricho? de
Font?n. La opini?n com?n, afirma, atribu?a razonablemente la severa
conducta de ?ste con los alumnos, ? a una especie de desahogo que se
tom? contra los padres de aqu?llos, despu?s de haber tratado todo
el curso a los hijos ?con el mayor desprecio y amenazas ?.
Tambi?n repite, pero agrav?ndola, otra acusaci?n expuesta por
los firmantes de la solicitud atr?s examinada : la de que Font?n miraba
asimismo ? con el mayor desprecio a los colegiales de San Jer?nimo,
hasta el extremo de arrastrarles p?blicamente la beca por el aula ?.