BOLET?N DE, LA REAL ; ACADEMIA GALLEGA 153
cos Alfredo Bra?as, Juan Barcia Caballero, Miguel ,Gil; Casa,
res, y tantos otros, podemos decir que se hab?a sobrevivido,
Un mediod?a del verano de 1938 sal?a yo de mi acostum
brado trabajo en Ferrol, y, al pasar por la hermosa calle
Real, vi pararse a un autom?vil delante de m?. En ?l ven?a
don Celestino, acompa?ado de un popular periodista de Fe.
rrol, a ultimar el traspaso de su peri?dico. ,,
Desde entonces, con el casi nominal cargo de subdirector
y postrado por una enfermedad cr?nica, casi se recluy? en
su domicilio, entresuelo de una casa de la R?a del Villar.
Pero muchas veces escrib?a en El Correo Gallego sus recuer
dos, con la agilidad y gracejo caracter?sticos en ?l.
Algunas de estas cr?nicas fueron reunidas en el volumen
Notas compostelanas, edici?n costeada en su honor por sus
muchos amigos en 1945.
Hab?a sido compa?ero de carrera de nuestro querido ;e
ilustre Presidente, don Manuel Cas?s, y del famoso autor de
la inolvidable Casa de la Troya. Contaba siempre como un
honor haber sido uno de los m?s significativos troyanos.
A principios de este siglo fu? nombrado Secretario del
Hospital Real, y? ello le llev? a hacer `algunos estudios hist?
ricos sobre esta insigne fundaci?n de los Reyes Cat?licos.
Con el nombre de ?Diego de Muros?, su primer director, el
De?n de Santiago y m?s tarde Obispo de Mondo?edo y luego
de,Oviedo, firmaba don Celestino muchos de sus art?culos.
Una de estas investigaciones, que le di? materia para un
folleto, vers? sobre el inteligente y bienhechor santiagu?s don
Manuel Ventura Figueroa, Patriarca de las Indias en tiempos
de Carlos III, y bautizado en 1708 en el Hospital, como hijo
de un empleado de ?l.
Fu? tambi?n S?nchez Rivera conservador ole los monu
mentos nacionales, y public? Una monograf?a muy intere
sante sobre la rom?nica Colegiata de Sar, tan famosa por la
inclinaci?n de sus columnas.
La Real Academia Gallega lo eligi? miembro numerario
el 8 de diciembre de 1940, y en 1948, el 30 de noviembre, fa
lleci? en Santiago, por cuya prosperidad tanto hab?a escrito,
a los setenta y ocho a?os y diecisiete ol?as de edad.
No puedo olvidarme del deseo que tantas veces me mani
fest?, de que lo visitase con frecuencia durante los a?os ?lti