110 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
sar de Am?rica, pasando a desempe?ar la vacante de don Va
ient?n Villanueva Rivas, usuario del sill?n n?mero 6.
* * *
Fue Rey Soto un magn?fico recitador de sus propios versos
y un conferenciante de infrecuente calidad. Por la primera
condici?n se ve?a obligado a recitar varios de sus poemas al
t?rmino de algunas de las conferencias que dict? en Espa?a
y en el extranjero. Como sacerdote mostr? siempre un gran
fervor y su misa era dicha con gran lentitud y en voz alta,
matizando todos los pasajes. Como an?cdota mencionar? que
un m?dico madrile?o, el doctor Palenque, que con su esposa
hab?a pasado en su luna de miel una temporada en casa de
do?a Angela Santamarina de Temes, fue preguntado por m?,
al despedirlo en la estaci?n, sobre qu? cosa le hab?a gustado
m?s en Orense y respondi? sin vacilaci?n: "La misa de don
Antonio".
Poeta de estro desbordante, su poes?a er? exaltada, vehe
mente, rica en pl?sticas met?foras, en elocuencia verbal. Su
temperamento fogoso le hac?a parecer un hombre en perpetua
combusti?n. Su personalidad era profunda y poderosa, y los
versos que le dedic? Rafael Ar?valo Mart?nez dicen bien de este
hombre de apasionada condici?n, de esta llama en acci?n, y
tienen m?s de retrato que de elogio:
Tiene Rey Soto estilo de incensario,
caliente y perfumado, alto y frecuente,
y se nos da como una mirra ardiente
en la paz misteriosa del santuario.
De tal modo prodiga su perfume
y de tal modo el padre fuego alienta
en su lengua de llama que calienta,
que Rey Soto no vive: ?se consume!
No habla, sino detona, truena, trema;
y su angustiada voz no es voz, es grito:
es un hambre infinita de infinito,
brasa de un incensario que se quema.