196Fjoletin de la Academia 6allega
nos' de Hercules y cstrecho de. Gibraltar; esta isla serfa la del
Perejil (Ballesteros y Beretta: Hisl?ria de Esp.a?a, tomo I).
V
Otros, y son los m?s numerosos, siguiendo al espafiol Hern?n
dez `de Oviedo que" rue' el primero quo lo consign? en su = Historin
General y Natural de lasV Indias, opinan que V tan misterioso pals
no era m?s que la Am?rica Septentrional y aun algunos se inclinan
a suponer, quo no era sino una de las m?s cercanas de las islas Ca
narias; ial vez;Forteventura o Lanzarote.
Tambi?n los hay , que sostienen que la Atl?ntida un?a a la
Am?rica con Europa, entre ellos, Eduardo Saavedra, en La cornnui
rnication. des deux mondes par l'Atlantide avant le ,deluge, en Bo
let?n de in Academia de in Historia,. tomo' 29, . al juzgar un lrabajo
de Patroclo Campanakis.
Varios otros nos sefialan el mar de Sargazo (?el mar cenagoso
e impropio para , la navegaci?n?, de clue, nos habla Plat?n en
Kritins), como producido por un continente inundado, ,pu?s su ve
getaci?n as? parece acusarlo.
Dicho mar, cuyas hierbas marinas' no alleran jauuls su silua
ci?n, ven?a,a ser, seg?n Humboldt, Ob.tcit., tomo I, la milad del Ca
mino a recorrer para las naves quo regresan a Espana, por el .golfo
de las Yeguas, procedentes de M?jico y las Antillas, conio oy? relic
,
rir, fieles a una antigua tradici?n, a varios pilotos gallegos.
Modernamente Schulten, en sit obra Tartessos, escribe : ?0 'todo
nos en a?a o la hermosa ficci?n plat?nica de la isla Atlantida (Kri
g
tins. 113121; Timeo, 2125)contienc una noticia obscura de"Tar
tessos. Elio es posibic en efecto, porquc el recuerdo de la'tierra"
fabulosa dcl remoto Occidente deb?a estar aun vivo on tiempos de
Plat?n, transcurridos s?lo ciento cincuenta altos. Ad?m?s una fie
ci?n po?tica puede t?ner ra?ccs en la realidad .
As? lo hab?a afirmado ya Costa, La Religi?n de los Celtiberos.
Avieno 'se?ala c?mo Tc rtessos a Cadiz. Tambi?n Tartessos parece
haber desaparecido como la Atlantida, sin dejar huellas, hasta tal
extremo quo antiguamente no se ten?an noticias de' su asiento.
VI'
La mayor posibilidad de aquella uni?n de que se nos habla en
tre el Viejo y el Nuevo Mundo, la explican por ciertas y determina