226 BOLET?N DE LA REAL ACADEMIA GALLEGA
la asignatura. El que estas l?neas suscribe, designado por los
dem?s compa?eros y cediendo a reiterados ruegos de ellos,
tuvo que aceptar la misi?n de irlo dictando para que cada uno
obtuviese su correspondiente copia. Establecido as?, di?se co
mienzo .a la tarea. Esta ten?a lugar al. terminar el Sr. Profe
sor su labor cotidiana. Puestos a la obra, el que firma estos
renglones inici? la lectura. Los dem?s copiaban. Trat?base de
la priniera lecci?n. En ella se hablaba, como es natural, de las
definiciones, etimolog?as, relaciones y otros puntos de la ma
teria cuyo programa ?bamos a estudiar. Leyendo en voz alta
y puesto de pie, yo realizaba la misi?n que me hab?a sido con
fiada. O?ase solamente el rasguear de las plumas y el de los
l?pices sobre las cuartillas en que se efectuaba la copia. De
pronto, yo `interrump? mi lectura. Mis ojos hab?an tropezado
con un nombre para m? bien conocido y que correspond?a a
una persona con la que me ligaban lazos fuertes de amistad
familiar. El tema que causara la interrupci?n de mi lectura
rezaba as? : ?La piedra de la coronaci?n de los Reyes de In
glaterra: informe de D. Federico Maci?eira y Pardo de
Lama? . Repuesto de la sorpresa, vi que muchos se fijaban en
m? inquiriendo la causa de la detenci?n inesperada. Una emo
ci?n extra?a, a la que quiz? no faltase su algo de orgullo in
fantil hab?.ase producido en mi ?nimo. Proced? a explicar el
porqu? de la pausa. Un nombre de m? bien conocido y por m?
'bien estimado aparec?a investido del alto honor de figurar,
al lado de otros nombres del m?s alto prestigio y de la m?s
alta envergadura 'intelectual, no s?lo espa?oles sino extranje
ros., en calidad de autoridad en la materia, en aquel programa
de un centro docente tan prestigioso como era la Universidad
Central. Y yo entonces sent? todo el leg?timo orgullo de que
un honor semejante cupiese a un hombre que, adem?s de ser
gallego, era todav?a m?s para th?, puesto que se trataba 'de un
amigo y de un pariente. Pareci?me, entonces, que los compa ?
fieros me miraban con' otros ojos.
Tal hecho, aparentemente sin importancia, no dej? de te
nerla, y grande, para el que traza estas l?neas. Sin propon?r
melo, mi persona logr? cierta especial' consideraci?n en el
? ?nimo del profesor a partir del d?a, el siguiente al de la ocu
rrencia que queda? referida en las l?neas anteriores, en que
aqu?l tuvo conocimiento 'del hecho apuntado.
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