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144 $olelln de la ylcad?mia Gallega
Vi ari?to'de Galicia y a la Provincia de Espana, de los cuales for
maba parte, podia equipararse a los de igual categoria de Tuy,
Ribadavia y Vivero. En una estadistica del a?o 1770 que sirvi?
de base para la distribuci?n de una contribuci?n extraordinaria a
? la Naci?n, hecha con arreglo al capital contributivo de cada con
vento, el d?a 30 de Junio de 1796, figura con una renta anual de
? doce mil cuatrocientos cincuenta y tres reales, cantidad a la que
habr? que sumar otros emolumentos no sujetos a eontribuci?n,
, que seguramente no har?an subir el total.de dicha renta a nuts de
diez y seis mil reales.
Cuando los ej?rcitos de Napole?n Bonaparte invadieron a Ga
licia, fu? la villa de Monforte Tina de las m?s castigadas por el ene
migo, que la ocup? por tres veces: la primera el d?a 18 de Enero
de 1809, la segunda m?s tarde, y la tercera desde el 4 al 11 de Ju
nio del mismo a?o, en que las divisiones procedentes de Lugo a
las ?rdenes del rnariscal Soult iban siguiendo los pasos al mar
qu?s de la Romana (1). En la segunda de dichas ocasiones debi?
? de ser cuando las tropas francesas entraron a sangre y fuego por
las canes de la villa, en persec?ci?n del brigadier Martinengo, que
al frente de las fuertes alarmas reuriidas por la Junta 'de defensa
del valle de Lemos, organizaba Tin cuerpo de ej?rcito, que ya enr
tonces tra?a en jaque al enemigo.
Veamos lo que acerca de este particular nos cuenta el P. M.
Fr. Manuel Herrero en el cap?tulo XII del libro II de su Hisloria
de la Provincia de Espana de la Orden de Predicadores, quo abarc?
. desde el a?o 1798 hasta la expulsi?n de los franceses de la Pen
?nsula Ib?rica (2). IIablando del Convento de San Jacinto de la
referida villa, al que dedica el citado cap?tulo, dice: ?Martinengo,
con su extenuado ej?rcito, inerme y casi desnudo, se retira sabia
mente, y reunidos los dos cleros ,al aterrado vecindarib, determi
ron dejar sus bienes a discreci?n de los infames sat?lites del poor
de los tiranos, Sault y Ney, para buscar alg?n asilo en las cru
dezas de las pe?as. A fin de quo las marchas r?pidas del ej?rcito
de Tamerl?n no pudiesen estorbar su precipitada fuga, trataron
algunos paisanos de colocar dos ca?ones viejos, que era todo su
(1) H?roes g M?rtires Gallegos. Los franciscanos de Galicia en la
Guerra de la Indcpendencia, por FR. JUAN It. LEG?SIMA, p?gina 725. San
tiago, 1912.
(2) Historiadores del Convento de San Esteban de Salamanca, por
FR. Juno CUERVO, tomo III, p?gina 717. Salamanca, 1916.
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