?
172 bolet?n de la Real "kcademia Gallega
do las proezas de sus padres y alimentando en las' imaginaciones el
fuego sagrado de la, protesta contra la esclavitud .y el deshonor? ?
?Salve, Nicomedes Pastor D?az!
Desdela tierra donde Salvador Zapata instituy? escuelas para que
mis paisanitos hu?rfanos bebieran, ? despecho dedos rigores de la
?poca, el n?ctar de la ciencia, un himno de amor ? tu memoria se le
vanta, en esta hora de la noble reivindicaci?n, de la justicia plena para
tu nombre excelo.
?Oyes.:.? Es gemir de palmeras y de pinares; es susurrar de ca?as
de az?car y de erectos platanales, agitados por una brisa siempre em "
balsamada; es rumor de olas mansas, coronadas por penachos de espu
mas, donde el sol del tr?pico produce los m?s irisados cambiantes; es
trinar de tomeguines entre las ramas del naranjo cubierto de azahares,
y arrullo de tojosas que se enamoran en la umbr?a; es resbalar de arro
yuelos cristalinos desde la enhiesta cumbre al llano florecido, y jugue
tear de c?firos entre los estigmas del ma?z, y los hilos de raso de los
g?ines, y las hojillas de los tembladores juncales; es el himno magn?
fico de la naturaleza cubana del que cada nota es una maravilla de ar
mon?a y cada variante una expresi?n intraducible de ternura. Y para
t? es ese himno de amor que mi pa?s te canta, mientras para iluminar
tu nombre se dan cita el azul m?s l?mpido de este cielo, el verde m?l
tiple de las campi?as, la esencia suave de las florecillas silvestres, los
tintes m?gicos del crep?sculo, la tenuidad de los celajes que parecen
copos n?tidos flotando en el espacio, y cuanto en esta tierra de promi 4
si?n, a?n no muy amada de todos los que en ella nacieron, es belleza,
y es poes?a, y es magestuosid?d y encanto inimitable.
Todo por t? en esta ocasi?n ?nica desde que al mundo viniste y
de ?l partiste; en este primer centenario de t? grandeza; todo por ti.
?yelo y est?malo: callan por algunas horas pasiones, recelos ? in
certidumbres. H?cese la paz en los corazones, las almas se estrechan y
las almas se confunden, como sucedi? una vez, cuando la venerable es
tatua de Cervantes se irgui? en nuestros paseos, y otra vez, cuando el
cari?o de los cubanos levant? la doliente figura de Mart? sobre un pe
destal de m?rmol, que temo si apesar de su dureza, minar?n y socava
r?n nuestras sensibles equivocaciones.