25o joletln de la Real Academia 6allega
regrinaciones compostelanas y del origen de la Orden de Santiago
se dice que en Santa Maria de Loyo (del Oio, pone por errata) ?es
t?n los restos de la capilla donde se hicieron los primeros votos? .
Es el Madoz quien lleva de la mano a dar con la iglesia de este
antiguo monasterio, pues hablando del lugar de Loyo en la ,parro'
quia de San Salvador de Cortes (inmediata a la de San Juan de que
antes hablamos) nos dice que en dicho lugar ?hay una ermita con
la advocaci?n de Santa Maria? que es l?gicamentb la iglesia de. San
ta Marla de Loyo del anfiguo monasterio de Ribalogio. ?
Y con el presentimiento de que era posible que algo conservase
del primitivo edificio, all? me fui en busca de la ermita de Santa
Maria, despu?s de visitado el antiguo burgo de Puertomar?n y la
moderna y sencilla iglesia de San Juan de Loyo.
Efectivamente, a poco m?s de media legua de Puertomar?n,
cerca de la iglesia y lugar de Cortes, h?llase en el declive de una
colina hacia el Loyo, que corre profundo entre pe?ascos y exube
rante arboleda, perfectamente orientada, la igles?a de Santa Maria,
rodeada de vi?edos y con apenas la compa??a de unas casas que
inedio la ocultan por el Norte.
Reedificada no s? cuando, nada a primera vista denota en ella
su gran antig?edad; sus muros de mamposter?a recubiertos de en
lucido nada de momento descubren, s?lo en el ?bside encontramos,
sim?tricamente colocados, sosteniendo los extremos de la cornisa,
dos t?picos modillones (figura 1.?), francamente moz?rabes, de es
tirpe cordobesa seg?n el Sr. G?mez Moreno (1); de cuatro l?bulos
designates y convexos; uno de los modillones en curva de nacela, de
perfil an?logo a los de Cines, Celanova y Villanueva de los Infantes,
en Galicia, aunque no de relieves en los costados, y todos ellos de
la primera mitad del siglo x; lo que me anim;? a examinar con de
tenimiento esta iglesia.
Ya en el interior pude f?cilmente descubrir que el arco de la
puerta del Sur (figura 2), que al exterior aparece tapado por la
hoja de madera, todav?a conservaba algo del trazado de herradura
que tuvo, acusando los sillares del arranque, por su forma m?s es
trecha, los cierres del arco, que antiguamente sobresal?an (figura 3)
(1) Iglesias Moz?rabes, Madrid, 1919.