40 BOLETiN DE LA' .REAL ACADEMIA GALLEGA
rut? que el fam?so periplo de "Rufo'F?st? Avieno basado en
otro del siglo , v a. de J., C., nos recuerda, ev?cand? inclus?
ciertos lugares y genies de nuestra 'costa, a . la .qu? por pri
mera vez, indudablemente, 'se '`alude; las interesantes tradi
ciones que a su antigua navegaci?n y relaciones 'mar?tim?s
se refiere, y que nuestro famoso historiador Paulo Orosio,
a principios del siglo ,v al hablar del faro de Brigancia, La
Coruna, nos recuerda? y el hecho mismo ?de que este fa
moso presb?tero, perseguido de cerca por los b?rbaros tenga
que refugiarse en. un buque fondeado en un puerto de Ga
licia pr?ximo a partir para Africa, a donde, en ef?cta, Paulo
? Orosio se dirige, visitando a San Agustin, bien nos dejan
entrever que Galicia no s?lo no fu?, no, podia serlo, '?jena
a ?sn mar?, sino que, l?gicamente, se distingui? por la im=
portante colaboraci?n que con sus resguardados puertos y
atrevidas naves, a la antigua navegaci?n prest?. De ello
son vivo y elocuente testimonio la escollera del antiguo
puerto de Burum, de includable ?recalada? y el erguido
faro de La Coruna, mi querida ciudad; el Attica romano que
en Espa?a se conserva, y que levantado en el siglo ir por el
famoso arquitecto lusitano Cayo Sevio Lupo, harto demues
tra la importancia que en su" tiempo tuvieron, el puerto de
La Coru?a, en cuya ciudad tantos restos romanos se' con
servan y constantemente se descubren, y la recortada costa
que, do noche, con sus luces se??laba.
Por? eso crey?se ,exagerada siempre, y ,a punto viene el
repetirlo, aquella importante noticia que el famoso histori?
dor griego Di?n Casio, en la primera mitad del siglo m, n?s
da, de la llegada de Julio C?sar con sus magnificas naves
al puerto de Brigantia, L? Coru?a, como dije, hacia el
aria 60 a. de J. C., cuando en su interesante Historia rom?nu
nos refiere, de una manera harto hiperb?lica que los .1? c ?
dadanos? al moment? se le rindieron ?espantados del
grand?r de l?s naves romanas?, dice; como si ?tr?s los na=
turales de Galicia en s? vida conocieran, ?las velas hin=
chadas con el viento, la altura de los m?stiles y` las gavias,
cosa de gran maraviIl? para aquellas gentes, q?? la armada
les pareci? un b.osqu?, estando acostumbrados a no ver
a?ade sino sus barquillas, cuya parte inferior era d?
madera ligera, y la rn?s alto, tejido de mimbres y cubiert?