ijolet?n de la Real 54cademia Gallega aot
la mejor ocasi?n de destruir al enemigo, abandonando a la Naci?n en
en el momento en que precisa los auxilios de su aliado, nada podia
destruir su obsesi?n de llegar al mar para embarcar sus tropas, ejecu
tando as? la operaci?n que el mariscal Berthieu encargaba al Duque de
la Dalmacia, cuando le mandaba que tratase de arrojar los ingleses ?
Galicia, caso realmente extraordinario de un general que hace lo que
conviene al enemigo.
Que este movimiento de retirada fu? considerado entre sus tropas
como un acto indigno de ellas, lo prueban las grandes murrnuraciones,
las protestas y hasta casi la sublevaci?n con que fu? recibido. London.
derrey, coronel de uno de los regimientos, y por tanto testigo presencial
de estos sucesos, dedica ocho p?ginas de su conocida obra ? poner de
manifiesto la protesta y el profundo disgusto que se apoder? del Ej?r
cito cua?do fu? conocida la resoluci?n del General en Jefe, adoptada
sin el Consejo y opini?n de sus oficiales generales, ? los que no hizo ?
m?s que comunic?rsela.
Era la opini?n un?nime en el ej?rcito que era preferible su p?rdi.
da al abandono injustificado de la causa de Espana que era ? lo
que se habian comprometido, llegando su protesta hasta el extremo de
querer adoptar otro plan de campafia. Tal era esta opini?n extendida,
que hasta Warren, ayudante do campo del general Beresford, fraternal
amigo de Moore y jefe de una de las divisiones, en carta que aquellos
dfas escribfa ? su padre, le decfa: `Aqu?, entre nosotros y en reserva:
todo lo que se oye en este Ej?rcito es que la retirada es por dem?s
irreflexiva.
Y esta era tanto m?s de sentir, cuanto el vigor y el espiritu de las
tropas inglesas era excelente, como lo probaron en los combates de
Rueda, en el de Sahagun, en que tan brillantemente carg? Lord Paget
con sus h?sares, derrotando ? los enemigos, en las escaramuzas cerca
del Este, en Castro Gonzalo, donde cay? prisionero el general Lef?vre
y en tantos otros de esa desastrosa retirada en que el Ej?rcito ingl?s,
seg?n frase de Arteche, se rnostr? sin embargo fiero le?n, cuya niarcha
es peligroso y hasta imprudente turbar, sin grandes precauciones,
prueba de lo que harfa dirigido por otro caudillo
Resuelto ? todo, el (Ha 24 de Diciernbre de 1808 comenz? esta
desastrosa retirada. El tan poco conocido parte del Marqu?s de la Ito
mana, tema del hermoso discurso del nuevo Academico, pinta con los
negros colores de la realidad los actos vand?licos ? que se entregaron
aquellas tropas. Su lectura causa tanta pena como indignaci?n.
La voz del jefe que habfa perdido su fuerza moral no se ofa y