JURISCONSULTOS GALLEGOS. JUAN ?MANUEL PAZ NOVOA 85
no menos graves del porvenir", advierte con agudeza de vati=
cinio que habr?a de verse cumplido, a?os andando, en la reali
dad social de Galicia; vaticinio, por otra parte, no dif?cil de
formular a la vista de los des?rdenes provocados por los foreros
desde m?s de dos siglos antes, con motivo de los despojos de
que eran v?ctimas y a los que volveremos a referirnos.
Desde el comienzo 'de su estudio, Paz Novoa toma posici?n
contra el foro. Y sin perjuicio de reconocer ?o, mejor, de` no
negar? que sus consecuencias inmediatas fueron ben?ficas,
aunque sin participar del parecer de quienes "no se cansan de
se?alar la munificencia de los que as? entregaron a la acci?n
del cultivador inmensos terrenos eriales", con esa expl?cita sal
vedad, afirma a seguida "que hoy es pernicios?simo y origen d?
funestas consecuencias, bajo el aspecto pol?tico, econ?mico y
social".
Identifica la temporalidad del foro, por su consecuencia de
los despojos intentados por los aforantes al vencer el plazo con
venido, con la historia ?ntima de la decadencia de Galicia. La
aseveraci?n de Paz Novoa en este punto merece, por su ajuste
a la realidad, una breve explicaci?n pese a que ser?a innecesa
ria por lo conocida. Se?alado a la vigencia del foro, a partir del
siglo XV, por lo general, un plazo referido a "la vida de tres
se?ores reyes y veintinueve a?os m?s", como desde la segunda
mitad del siglo XVII fuesen coincidiendo en su vencimiento
gran ? parte de los contratos forales, dieron los aforantes en
presentar demandas de despojo contra los foratarios. El cuadro
que tales demandas ofrecieron era sombr?o: hombres que a lo'
largo de los a?os, vinculados a sucesivas generaciones, hab?an
trabajado y pagado, mientras otros no hab?an hecho nada y
cobraban, limit?ndose a poner la tierra, que por ser elemento
de la naturaleza era dudoso pudiese servir como objeto de pro
piedad privada, duda desvanecida en nuestros d?as a trav?s de
la doctrina, en gran medida trascendida a las leyes, de la fun
ci?n social que ese derecho ha de ejercer. Las consecuencias
de esas mismas demandas eran notoriamente graves: el despojo,
arrastrando la marca de su injusticia originar?a, dejaba en la
miseria al despojado de las tierras, le arrebataba el fruto de
su dilatado trabajo, mientras el forista, simple perceptor de la
renta, recibir?a lo que en la mayor parte de los casos hab?a
sido originariamente un erial, transformado en tierra produc